El sudor ensangrentado de Jesús.

GETSEMANÍ (en arameo, prensa de aceite).

Huerto o bosque de olivos ubicado al pie del monte de los Olivos, frente a Jerusalén y al este del torrente de Cedrón. Aquí se reunieron Jesús y sus discípulos después de la última cena (Mt 26:36–46; Mc 14:32–42; cf. Lc 22:39–46). Según Lc 21:37 y Jn 18:2, Jesús frecuentó el lugar muchas veces con sus discípulos. Probablemente era propiedad privada y se ha conjeturado que pertenecía a María, madre de Juan Marcos.

Así como las aceitunas eran exprimidas en la prensa, Jesús fue «exprimido» en cuanto al dolor o sufrimiento emocional en el Getsemaní, ciertamente sabia lo que le esperaba. Las escrituras dicen: «estando en agonía oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra» Lucas 22:44.

Era tan terrible u horrible el sufrimiento en el cual se encontraba inmerso Cristo, que su sudor era como grandes gotas de sangre.

¿Cristo sudó sangre?

Para algunos, la expresión «como grandes gotas de sangre», no es mas que una comparación, la cual indica que el sudor de Jesús era espeso como grandes gotas de sangre o parecido al goteo de sangre de una herida recién hecha. La mayoría de los eruditos y teólogos sostienen que realmente Cristo sudó sangre, llamando a este acontecimiento: «El sudor ensangretado de Jesús».

El erudito en Biblia Richard Lenski comentó acerca del uso de este término:

«La sangre se mezcló con el sudor y espesó los glóbulos para que estos cayeran al suelo en pequeños coágulos y no simplemente mancharan la piel».

John MacArthur dice al respecto:

«Esto indica con mucha probabilidad una condición física bastante peligrosa que se conoce como hematidrosis, cuyo síntoma principal es la efusión de sangre en la transpiración. Puede ser causada por angustia extrema o un esfuerzo físico violento. Los capilares subcutáneos se dilatan y estallan, con lo cual la sangre y el sudor se entremezclan. Cristo mismo declaró que su aflicción lo había conducido al umbral de la muerte (vea las notas sobre Mat 26:38; Mar 14:34; cp. Heb 12:3-4)».

A. T. Robertson dice al respecto:

«Como grandes gotas de sangre (hösei thromboi haimatos). Una sangre espesa, coagulada. Una antigua palabra (thromboi) común en obras médicas, pero sólo aquí en el Nuevo Testamento».

La palabra griega Hosei (“como”) hace referencia a una condición, no a una comparación como el erudito en griego Henry Alford observó:

«La intención del Evangelista parece claramente conducir la idea que el sudor era (no se sentía como, sino era) como gotas de sangre (i.e., teñido con sangre); por ende yo entiendo que la palabra hosei solo distingue las gotas grandemente teñidas con sangre de la sangre pura… Suponer que el sudor solamente se sentía como gotas de sangre (¿por qué no gotas de cualquier cosa más? ¿Y gotas de sangre de qué, y de dónde?) es anular la fuerza del enunciado y hacer a la inclusión de haimatos no solamente superflua sino también absurda (1874, 1:648, itálicas, cf. Robertson, 1934, p. 1140)».

La expresión: «Su sudor era como grandes gotas de sangre» significa sudor ensangrentado o teñido con sangre.

¿Qué dice la literatura médica?

Al investigar la literatura médica podemos ver que aunque se debe reconocer que esta condición es rara, ha sucedido. A esta condición se hace referencia comúnmente como hematidrosis o hemohidrosis (Allen, 1967, pp. 745-747), y causa excreción de sangre o pigmento de la sangre en el sudor. Bajo condiciones de gran estrés emocional, se pueden romper los pequeños capilares en las glándulas sudoríparas (Lumpkin, 1978), mezclando por ende la sangre con la transpiración.

Se ha reportado esta condición en casos extremos de estrés (vea Sutton, 1956, pp. 1393-1394). Durante los últimos años del siglo XX, se estudiaron 76 casos de hematidrosis, y se los clasificaron en categorías de acuerdo a factores causativos (Holoubek y Holoubek, 1996). Se descubrió que el temor agudo y la contemplación mental intensa eran las causas más frecuentes. Aunque la cantidad de pérdida de sangre generalmente es mínima, la hematidrosis también causa que la piel llegue a estar extremadamente delicada y frágil (Barbet, 1953, pp. 74-75; Lumpkin, 1978), lo cual hubiera hecho que los maltratos físicos de Cristo fueran incluso más dolorosos.

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Miguel Vega Lopez

Miguel Vega López, cursó estudios del Antiguo Testamento en el Institute of Biblical Studies. Más tarde también estudió en la Comunidad Teológica Evangélica de Chile y por último en el instituto de expositores. Actualmente es profesor de teología y evangelista.

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