«No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.» Rom 3:10-18
Ésta es, pues, la radiografía de Dios de la raza humana. Revela una injusticia universal (3:10); ignorancia e independencia tocante a Dios (3:11); extravío, ausencia de utilidad y carencia de toda bondad (3:12). La garganta del hombre está llena de podredumbre, su lengua es engañosa, sus labios son venenosos (3:13); su boca está llena de maldición (3:14); sus pies están lanzados al asesinato (3:15); deja tras sí angustia y destrucción (3:16); no sabe cómo hacer la paz (3:17) y no tiene consideración para con Dios (3:18). Aquí vemos la total depravación del hombre, por la que significamos que el pecado ha afectado a cada parte de su ser. Es evidente, nadie ha cometido todos los pecados, pero tiene una naturaleza capaz de cometerlos todos.
Si Pablo hubiese querido dar un catálogo más completo de pecados, podría haber citado los pecados del sexo: adulterio, homosexualidad, lesbianismo, perversión, bestialidad, prostitución, violación, lascivia, pornografía y obscenidad. Podría haber citado los pecados asociados con la guerra: destrucción de inocentes, cámaras de gas, hornos, campos de concentración, instrumentos de tortura, sadismo; y los pecados del hogar: infidelidad, divorcio, malos tratos conyugales, crueldad mental y violencia contra los niños. Añádase a esto crímenes de asesinato, mutilación, robo, allanamiento de morada, fraude, vandalismo, cohecho, corrupción. También los pecados del habla: Profanidad, chistes sugerentes, lenguaje sensual, maledicencia, blasfemia, mentira, murmuración, comadreo, calumnia y querellas. Otros pecados personales son: embriaguez, drogadicción, soberbia, envidia, codicia, ingratitud, vida mental impura, odio y amargura. Esta lista es aparentemente sin fin -polución, contaminación, racismo, explotación, engaño, perfidia, quebrantamiento de promesas y más…-.
¿Qué más pruebas se necesitan de la depravación humana?, sin duda alguna el hombre es un depravado total y esta es la radiografía que Dios le hizo.
William MacDonal