A griegos y no griegos

«A griegos y a no griegos, …» Romanos 1:14 

Esta expresión encierra un significado cultural y lingüístico que merece ser explorado para comprender mejor la amplitud de su mensaje.

El término “griegos” es una traducción directa del vocablo griego hellēn, que originalmente designaba a los habitantes de Grecia, pero que para la época de Pablo tenía un significado más amplio, abarcando a todos aquellos que hablaban griego y participaban de la cultura helénica. Esta lengua y cultura, ampliamente difundidas por el imperio de Alejandro Magno y perpetuadas en el contexto del Imperio Romano, eran sinónimo de educación, refinamiento y civilización. Ser “griego” no necesariamente implicaba una identidad étnica, sino un vínculo con un mundo culturalmente avanzado y reconocido por su filosofía, arte y ciencias.

Por otro lado, el término “no griegos” traduce el vocablo barbaros, del que deriva nuestra palabra “bárbaro”. Para los griegos, esta palabra se utilizaba de manera despectiva para describir a aquellos que no hablaban el idioma griego, pues el sonido de sus lenguas era percibido como un balbuceo incomprensible, algo así como “bar-bar”. En este sentido, “bárbaro” no solo denotaba a un extranjero, sino que también implicaba una inferioridad cultural. Sin embargo, es importante señalar que los judíos, a pesar de no ser helénicos, generalmente no se incluían dentro de esta categoría debido a su identidad religiosa y cultural distintiva.

Cuando Pablo utiliza la expresión “griegos y no griegos” en este pasaje, está trascendiendo las categorías culturales y los prejuicios de su tiempo. Lejos de adoptar el uso despectivo común de barbaros, parece emplearlo como una forma inclusiva de referirse a todos los gentiles, abarcando tanto a los helenizados como a aquellos que no lo eran. En otras palabras, Pablo no está interesado en perpetuar divisiones culturales, sino en afirmar su compromiso con toda la humanidad gentil, independientemente de su posición en el espectro cultural o social.

Esta declaración resalta el carácter universal del evangelio que Pablo predicaba. Al afirmar que es “deudor” a griegos y no griegos, Pablo reconoce su responsabilidad de llevar el mensaje de salvación a todas las naciones, sin distinción. Es una muestra del alcance inclusivo del evangelio, que no se limita a los judíos ni a los culturalmente privilegiados, sino que se ofrece a todos por igual.

En el contexto de Romanos 1, esta frase también prepara el terreno para la declaración de Pablo en los versículos 16-17, donde afirma que el evangelio “es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”. Así, “griegos y no griegos” representa una parte de la humanidad que se encuentra en contraste con los judíos, pero que también necesita la redención que solo Cristo puede ofrecer.

De este modo, la expresión no solo revela un entendimiento cultural del primer siglo, sino que también resalta la misión universal del apóstol y el alcance ilimitado del mensaje cristiano. Para Pablo, el evangelio rompe barreras culturales, idiomáticas y sociales, llamando a todos, griegos, no griegos, judíos y gentiles, a la fe en Jesucristo como único medio de salvación.

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