El concepto de la salvación en tres fases —justificación, santificación y glorificación— describe cómo la obra salvadora de Dios se manifiesta a lo largo de la vida del creyente y su relación con Dios. A continuación, desarrollaré cada una de estas etapas sin enfocarme en el tema de la seguridad del creyente, centrando la explicación en el proceso mismo de la salvación.
1. Justificación (Pasado): El Inicio de la Salvación
La justificación es el punto de partida de la salvación y ocurre en el momento de la fe en Cristo. En esta fase, el creyente es declarado justo delante de Dios, no por méritos propios, sino por la imputación de la justicia de Cristo. Es un acto judicial de Dios, donde el pecado del creyente es transferido a Cristo y la justicia de Cristo es imputada al creyente. Esto responde a la necesidad de rectificar la relación del ser humano con Dios, quebrantada por el pecado.
- Romanos 5:1: «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.»
- Efesios 2:8-9: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.»
- 2 Corintios 5:21: «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.»
Este es un acto instantáneo que ocurre en el momento en que la persona pone su fe en Cristo. Es un cambio de estatus espiritual ante Dios, pasando de ser enemigo a ser aceptado como justo.
2. Santificación (Presente): El Proceso de Crecimiento Espiritual
La santificación es un proceso progresivo que sigue a la justificación. En esta fase, el creyente es conformado a la imagen de Cristo, lo que implica una transformación interna continua mediante el poder del Espíritu Santo. A diferencia de la justificación, que es un evento puntual, la santificación es un proceso que abarca toda la vida cristiana. Esta obra del Espíritu transforma al creyente en la práctica, alejándolo del pecado y permitiéndole vivir conforme a la voluntad de Dios.
- 1 Tesalonicenses 4:3: «Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación.»
- Filipenses 2:12-13: «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.»
- Filipenses 2:12-13: «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.»
Es importante notar que, aunque el creyente coopera con el proceso de santificación mediante la obediencia, el poder transformador proviene del Espíritu Santo. La santificación afecta tanto el carácter como la conducta, haciendo evidente la vida nueva que se tiene en Cristo. En términos teológicos, se puede hablar de dos aspectos de la santificación: posicional (el estatus del creyente ya apartado para Dios) y progresiva (el desarrollo continuo de la santidad en la vida diaria).
3. Glorificación (Futuro): La Perfección Final
La glorificación es el clímax de la salvación, la consumación final del plan redentor de Dios. Ocurre cuando los creyentes son llevados a la plena presencia de Dios, ya sea mediante la muerte o en el regreso de Cristo. En esta fase, el creyente es transformado completamente, tanto en cuerpo como en alma. La glorificación implica la liberación total del pecado y de todas sus consecuencias, incluyendo la corrupción física.
- 1 Corintios 15:42-43: «Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción; se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.»
- Filipenses 3:20-21: «Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.»
- 1 Corintios 15:42-43: «Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción; se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.»
La glorificación restaura al ser humano a la plenitud de su propósito original en la creación, siendo conformado a la imagen perfecta de Cristo en todos los aspectos. Esta transformación afecta tanto el ámbito físico (resurrección de los cuerpos) como el espiritual (perfección moral y comunión plena con Dios).
En resumen, el proceso de salvación, según las Escrituras, se despliega en tres fases: la justificación es el punto de partida, donde el creyente es declarado justo por Dios; la santificación es el proceso continuo de crecimiento espiritual en el que el creyente es conformado a la imagen de Cristo; y la glorificación es el estado final en el que el creyente será transformado completamente en la perfección de la eternidad. Estas fases reflejan la obra integral de Dios a lo largo de la vida del creyente.