“Y él [Abram] respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves.” Génesis 15:8 – 10
En el contexto del verso 1 hasta el 18 está hablando que Dios hace un pacto con Abram, este pacto es la promesa de una descendencia de Abraham tan numerosa e incontable como las estrellas del cielo o como la arena del mar, pero es un poco complicado este texto sino conocemos el contexto histórico.
En los días de Abraham, cuando había dos reyes y querían hacer un pacto de no agresión, ellos tomaban animales y los partían, los destrozaban y ponían parte del cuerpo aquí y parte del cuerpo acá y así hacían con varios animales. Era algo un poco grotesco, no era muy bonito, pero tenía un propósito. Resulta que estos dos reyes que iban a hacer pacto de no agresión, se paseaban entre los animales muertos y uno le decía al otro: “Te juro que jamás voy a atacarte, incluso si te encuentras en apuros y alguien te ataca voy a venir a socorrerte, voy a ser tu aliado”. Aquí no sólo vamos a hacer un pacto de no agresión, sino un pacto de ayuda mutua, y un rey así juraba al otro y el otro entonces respondía: “De la misma forma te juro que nunca voy a cruzar tu frontera para atacarte. Nunca voy a cruzar tu frontera enojado, y si cruzo, es solamente para ayudar o porque tú me has invitado”. Ahora viene el aspecto de los animales muertos que incluía la maldición.
Los animales muertos representaban una maldición y decían lo siguiente: “Si no guardo este juramento, este pacto que solemnemente estoy haciendo en tu presencia, si no cumplo todo lo que estoy prometiendo, que yo sea como estos animales que han sido destrozados, que así se haga conmigo, por no cumplir con mi parte del pacto” Así juraban el uno al otro, pues era la costumbre de ese tiempo, esto también lo podemos notar en Jeremías 34:18-19.
Cuando Dios viene a Abraham le dice: “Mira, voy a hacer un pacto contigo. Anda y busca unos animales y pártelos a la mitad”. Abraham sabía exactamente lo que estaba sucediendo. Sabía porque era parte de la cultura de ese tiempo.
El hombre como ser finito creado por Dios no pudo cumplir su parte en este pacto, en Génesis 17:1 Dios le pide a Abram que sea perfecto y eso era imposible por parte del hombre y el hombre debía llevar las consecuencias de la maldición de ese pacto y alguien tenía que ser partido, finalmente esto se consumó en la cruz, en Jesucristo, cuando tomamos la “santa cena” partimos el pan que representa su cuerpo.
Adaptada del libro: Vivir en el Poder del Evangelio de Jerry Cross por Geycer Paredes M.
me gustaría que compartiera conmigo en mi dirección web este tipo de comentarios para que el pueblo de DIOS se edifique en CRISTO,DIOS le siga bendiciendo,su hermano en CRISTO jose alonso