“Vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa”. Mateo 26:7
En Mateo 26:7, Marcos 14:3 y Juan 12:3, se relata un evento similar en el que una mujer unge a Jesús con perfume de gran valor. Aunque Mateo no menciona el nombre de la mujer en este pasaje, tanto Marcos como Juan identifican a la mujer como María, la hermana de Marta y Lázaro, que vivía en Betania.
Dada la similitud de los relatos y el contexto compartido, es razonable asumir que se trata de la misma ocasión, y que la mujer en cuestión es María de Betania.
El alabastro es una variedad de yeso, una roca sedimentaria compuesta principalmente por sulfato de calcio hidratado. Se caracteriza por su aspecto translúcido y suave al tacto cuando se encuentra pulido. El alabastro ha sido utilizado a lo largo de la historia en la elaboración de esculturas, recipientes y otros objetos decorativos debido a su belleza y maleabilidad una vez que se extrae y se trabaja. En el contexto de la antigua Palestina, se utilizaba comúnmente para tallar recipientes, entre ellos, los vasos de alabastro que se usaban para contener perfumes y ungüentos preciosos.
Marcos fija el precio en “más de trescientos denarios” (Marcos 14:5) Un denario era una moneda de plata romana que era comúnmente utilizada como una unidad de cuenta en el mundo antiguo. En la época de Jesús, un denario solía ser el salario promedio de un día de trabajo para un trabajador común. Por lo tanto, si el perfume se vendiera por más de trescientos denarios, representaría un valor muy significativo, equivalente a más de un año de trabajo para muchas personas. Esto destaca aún más la extraordinaria naturaleza del gesto de la mujer al derramar el perfume sobre Jesús.
Marcos nuevamente nos da detalles de que el “perfume era de nardo puro” (Marcos 14:3), El detalle de que el perfume era de «nardo puro» es una característica importante. El nardo es una planta aromática conocida científicamente como Nardostachys jatamansi, que crece en regiones montañosas de la India, China y Nepal. La raíz de esta planta se utiliza para extraer un aceite esencial muy fragante, conocido como aceite de nardo.
El hecho de que el perfume fuera de «nardo puro» enfatiza su alta calidad y valor. El nardo era considerado un perfume de lujo en la antigüedad y se asociaba comúnmente con el amor y la devoción. Por lo tanto, la elección de este perfume para ungir a Jesús resalta aún más el gesto de la mujer como un acto de gran amor y reverencia hacia él.
Frederick Fyvie Bruce, un respetado erudito bíblico del siglo XX conocido como F.F. Bruce, proporciona una perspectiva interesante sobre el valor del perfume de nardo en el contexto de la antigua Palestina. Bruce afirmó que un alabastro de nardo era un regalo adecuado para un rey, es probable que esté haciendo referencia a la percepción de la época sobre el nardo como un perfume de lujo y alta calidad.
En la antigüedad, los perfumes, especialmente los de alta calidad como el nardo, se asociaban comúnmente con la realeza y la riqueza. Los reyes y gobernantes de aquel tiempo a menudo recibían regalos costosos y lujosos, incluidos perfumes finos, como muestras de honor y respeto. Por lo tanto, aunque no hay una regla específica que dicte que un alabastro de nardo era exclusivamente un regalo para un rey, sí es plausible que se considerara un regalo adecuado para alguien de alta estima, como un gobernante.
La inclusión de detalles como este resalta aún más la extravagancia y el valor del gesto de la mujer que ungió a Jesús con el perfume de nardo, lo cual era un acto que, según los relatos bíblicos, impresionó profundamente a Jesús y a aquellos presentes.
Otro detalle es que el costoso frasco fue roto (Marcos 14:3), el detalle de que el costoso frasco fuera roto durante el acto de ungir a Jesús con el perfume de nardo añade un elemento adicional de sacrificio y devoción al gesto de la mujer. Romper el frasco significa que no solo estaba ofreciendo el perfume en sí, sino que también estaba renunciando al recipiente que lo contenía, lo cual aumentaba el costo del acto.
Este gesto de romper el frasco sugiere una entrega total y un compromiso absoluto por parte de la mujer hacia Jesús. Al destruir el frasco, estaba demostrando que no estaba reteniendo nada para sí misma y que estaba dispuesta a ofrecer lo mejor que tenía, incluso hasta el punto de destruir el recipiente que contenía el perfume. Cuánta razón tiene el Maestro al decir en Mateo 26:10, que la acción de la mujer de ungirlo con perfume de gran valor como «una buena obra». Esta «buena obra» no se refiere tanto a una acción específica que pueda tener un beneficio práctico inmediato, sino más bien a un gesto de gran amor y devoción hacia Él, y se ha recordado en la tradición cristiana como un acto de profundo significado espiritual.