✍🏻“El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó”. (Juan 20: 1 – 8)
Estos versículos contienen tres verbos diferentes para «ver», que están en griego como «blepo», «theoreo» y «eido». Estas tres palabras griegas son muy significantes
- βλέπει (blepo): Este verbo generalmente se refiere a la acción de ver físicamente, de observar con los ojos.
- θεωρεῖ (theoreo): Este verbo implica una observación más detenida o contemplativa, es ver con atención y consideración.
- εἶδεν (eido): Este verbo se refiere a ver con entendimiento, comprender o percibir. En este contexto, sugiere que el discípulo «vio y creyó».
El primer ver: “Y bajándose a mirar, vio (blepo) los lienzos puestos allí”.
En este caso, «blepei» (blepo) se utiliza para percibir visualmente algo con los ojos, es el acto de mirar o ver físicamente los lienzos. Es un verbo que generalmente se refiere a la percepción visual, un simple acto de ver.
El segundo ver: “Y Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio (Theoreo) los lienzos puestos allí”.
En este caso, «theorei» (theoreo) puede ser traducida como «observar», «contemplar» o «ver» en español, se utiliza para describir el acto de ver, pero con un matiz de observación más detallada, contemplativa o reflexiva. Es un verbo que implica una observación más cuidadosa o contemplativa, en contraste con «blepo», que se utiliza para una visión más simple o física.
El tercer ver: “Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio (Eidon), y creyó”.
En este caso, «eiden» (horao) se utiliza para describir el acto de ver, con un matiz de comprensión o percepción más profunda. Es un verbo que implica una visión más que física, con un entendimiento o comprensión más profunda de lo que se ve.
«εἶδεν» (eiden) es una forma conjugada del verbo «ὁράω» (horao) en la tercera persona del singular del tiempo pasado simple en griego. Se utiliza para indicar que alguien ha observado o percibido algo en el pasado. En este contexto específico del Evangelio de Juan, describe el acto de ver por parte del discípulo que entró en el sepulcro y vio los lienzos puestos allí. Esta forma verbal denota que esta acción de ver ocurrió en el pasado. En este contexto, el discípulo no solo vio los lienzos, sino que también comprendió su significado y creyó.
Cuando se dice que el otro discípulo «vio (eidon) y creyó», sugiere que no solo observó las vendas y el sudario en el sepulcro, sino que también comprendió el significado más profundo de lo que estaba presenciando: la evidencia de la resurrección de Jesús. Este momento marca un cambio en su entendimiento y su fe se fortalece al darse cuenta de que Jesús había resucitado, tal como había dicho. Es un momento clave de revelación y convicción espiritual.
Conclusión
En el pasaje se describe cómo los discípulos, Pedro y el otro discípulo no identificado pero que tradicionalmente se cree que es Juan mismo, llegan al sepulcro de Jesús después de que María Magdalena les informa que la piedra del sepulcro ha sido quitada. Ambos discípulos ven los lienzos puestos allí, pero hay una diferencia en cómo reaccionan y qué concluyen a partir de lo que ven. La diferencia crucial entre los dos discípulos radica en su respuesta ante lo que ven:
Pedro, aunque entra en el sepulcro y ve los lienzos puestos allí, parece no haber sacado una conclusión inmediata o creído en la resurrección de Jesús basándose en lo que observa.
En cambio, Juan, observa los mismos detalles, pero su reacción es diferente. Aunque inicialmente no entra en el sepulcro, al ver los lienzos puestos allí, llega a creer en la resurrección de Jesús.
Entonces, ¿qué hizo la diferencia entre los dos discípulos?
La narrativa sugiere que la fe de Juan estaba más receptiva y preparada para creer en la resurrección de Jesús. Esta fe receptiva y disposición para creer permitió que Juan reconociera la significancia de lo que estaba viendo y llegara a una conclusión de fe.
Por otro lado, Pedro pudo haber necesitado más tiempo o más evidencia antes de llegar a esa misma conclusión. Su respuesta puede haber sido más cautelosa o escéptica en comparación con la fe más inmediata y profunda de Juan.
En resumen, la diferencia entre los dos discípulos radica en su disposición para creer y su receptividad a la evidencia que tenían delante. Juan, al ser más receptivo y tener una fe más profunda en ese momento, fue capaz de ver y creer en la resurrección de Jesús basándose en lo que observaba, mientras que Pedro pudo haber necesitado más tiempo o más evidencia para llegar a la misma conclusión.
Este pasaje del Evangelio de Juan puede servir como un recordatorio de la importancia de mantener una fe receptiva y abierta a las obras y las promesas de Dios. Recordando siempre que la fe no se basa solo en la evidencia tangible o en el entendimiento humano, sino también en la disposición del corazón para creer en lo que no se ve. Como creyentes, podemos buscar fortalecer nuestra fe mediante la confianza en las promesas de Dios y manteniendo una actitud de receptividad y disposición para creer en su obra en nuestras vidas.