“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Mateo 26:26-28

Pocos pasajes de la Biblia han sido tan distorsionados y mal entendidos como éste, por no atender al sentido figurativo del verbo “es”. Lo mismo digamos de la frase del v. 28: “Esto es mi  sangre”. El pan representa el cuerpo de Cristo y la copa (el fruto de la vid) representa su sangre. La teología católica dice que la palabra «es» significa que literalmente el pan llega a ser el cuerpo de Cristo y el fruto de la vid llega a ser la sangre de Cristo. Esta doctrina falsa se llama «la transubstanciación». Muchos miles murieron por no aceptar esta teología falsa de Roma. Tampoco entendió esta metáfora Martín Lutero quien rechazó la doctrina católica, pero defendió otro error semejante llamado «la consubstanciación».

En 1 Corintios 11:25, hallamos: “Esta copa es el nuevo pacto….” Los defensores de la transustanciación tendrían que explicarnos cómo se cambia literalmente la “copa” en el “pacto”.  Algo semejante hallamos en 1 Corintios 12:27: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo”. Aquí tenemos una metáfora por la que el vocablo “cuerpo” se extiende, por analogía con el cuerpo humano, al organismo espiritual de la Iglesia, cuya “cabeza” (también es metáfora) es Cristo. Ver también 1 Corintios 10:16-17