“la paga del pecado es muerte”. Romanos 6:23
La palabra traducida como «habitó» en el griego es «skenoo», que literalmente significa “plantar un tabernáculo” o “erigir una tienda”. Este término se usaba en el contexto de habitar temporalmente, especialmente en un campamento. Su uso no es accidental; evoca la idea del tabernáculo en el desierto, el lugar donde la presencia de Dios se manifestaba de manera tangible entre los israelitas.
En el Antiguo Testamento, el tabernáculo era un lugar santo pero provisional, diseñado para moverse con el pueblo durante su peregrinación en el desierto. Esta transitoriedad resalta la disposición de Dios para estar con su pueblo en sus momentos de mayor necesidad, aunque la morada misma fuera temporal y limitada. De la misma manera, “skenoo” enfatiza que Jesús, al tomar carne, no vino con pompa o majestad terrenal, sino con humildad, compartiendo nuestras luchas y limitaciones humanas.
El simbolismo va más allá. En el tabernáculo, Dios se encontraba en medio de su pueblo, pero separado por un velo, indicando que la comunión plena aún no era posible debido al pecado. Al decir que “el Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros”, Juan señala que Jesús rompió esa barrera. Su encarnación es el cumplimiento del deseo de Dios expresado en Éxodo 25:8: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos.” Ahora, esa presencia no está restringida a un lugar físico, sino que se manifiesta plenamente en la persona de Cristo.
Sería justo, entonces, traducir Juan 1:14 de esta manera: “El Verbo se hizo carne y plantó su tabernáculo entre nosotros.” Esta traducción transmite no solo la cercanía física de Cristo, sino también su intención de permanecer con nosotros en nuestras vidas cotidianas, caminando junto a nosotros en medio de nuestros desiertos espirituales y terrenales.
MUY BUENO, PORFAVOR NO DEJEN DE MONTAR NUEVAS ENSEÑANSAS…