Consecuencias del Pecado

El pecado de Adán y Eva no fue un hecho aislado. Las consecuencias para ellos, para la posteridad, y para el mundo entero están a la vista.

  1. La actitud del hombre hacia Dios

El cambio de actitud de Adán hacia Dios indica la revolución que tuvo lugar en su mente. “Se escondieron de la presencia de Jehová” (Génesis 3.8; compárese versículo(s) 7). Aunque fueron creados para gozar de la presencia y el compañerismo de Dios, ahora temían encontrarse con él (compárese Juan 3.20). Ahora sus emociones dominantes eran la vergüenza y el temor (compárese Génesis 2.25; 3.7, 10), lo que indica el caos que se produjo.

  1. La actitud de Dios hacia el hombre

No sólo se produjo un cambio en la actitud del hombre hacia Dios, sino también en la de Dios hacia el hombre. El reproche, la condenación, la maldición, y la expulsión del huerto son indicaciones de ello. El pecado sólo proviene del hombre, pero sus consecuencias no se limitan a él. El pecado evoca la ira y el desagrado de Dios, y por cierto que así tiene que ser, desde el momento en que justamente significa la contradicción de lo que es Dios. A Dios le resulta imposible ser complaciente con el pecado, porque el serlo significaría dejar de considerarse a sí mismo seriamente. Dios no puede negarse a sí mismo.

  1. Consecuencias para la raza humana

El desenvolvimiento de la historia del hombre proporciona un catálogo de vicios (Génesis 4.8, 19, 23s; 6.2–3, 5). La consecuencia de la sobreabundante iniquidad es la virtual destrucción de la humanidad (Génesis 6.7, 13; 7.21–24). La caída tuvo efectos duraderos, no sólo en Adán y Eva, sino también sobre todos los que de ellos descienden; hay solidaridad racial en el pecado y el mal.

  1. Consecuencias para la creación

Los efectos de la caída se extienden más allá del cosmos físico. “Maldita será la tierra por tu causa” (Génesis 3.17; compárese Romanos 8.20). El hombre es corona de la creación, hecho a imagen de Dios, y, en consecuencia, es vicerregente de Dios (Génesis 1.26). La catástrofe de la caída del hombre trajo aparejada la catástrofe de la maldición sobre aquello de lo cual se le había dado dominio. El pecado es un hecho que se dio en la esfera del espíritu humano, pero que ha repercutido en toda la creación.

  1. La aparición de la muerte

La muerte es consecuencia del castigo que merece el pecado. Esta fue la advertencia que acompañó a la prohibición en el Edén (Génesis 2.17), y es expresión directa de la maldición de Dios sobre el hombre pecador (Génesis 3.19). En la esfera de lo fenoménico, la muerte consiste en la separación de los elementos integrales del ser del hombre. Esta disolución ejemplifica el principio de la muerte, a saber, la separación, y alcanza su expresión extrema en la separación de Dios (Génesis 3.23s). A causa del pecado la muerte provoca temor y terror en el hombre (Lucas 12.5; Hebreos 2.15)

  1. Afecta el destino

El pecado causa que las personas se pierdan (Mateo 18:11; Lucas15:4, 8, 24). A menos que sean perdonadas las hace perecer (Juan3:16); las trae ajuicio (Lucas12:20).

  1. Afecta la voluntad

El Señor dijo claramente que los fariseos eran esclavos de los deseos del diablo (Juan 8:44). Cuando anunció Su misión en la sinagoga de Nazaret, indicó que una de las cosas que El vino a hacer era librar a los cautivos (Lucas 4:18), aparentemente una referencia a aquellos que estaban cautivos espiritualmente, puesto que el Señor no efectuó la liberación de los que estaban encarcelados.

  1. Afecta al cuerpo

Por supuesto, no toda enfermedad es resultado del pecado (Juan 9:3), pero algunas evidentemente lo son. Nuestro Señor indica esto en el caso del hombre que fue sanado en el estanque de Betesda (5:14). Note también Mateo 8:17.

  1. Afecta a otros

Los pecados de los escribas afectaron a las viudas ya otros que siguieron sus tradiciones (Lucas 20:46–47). El pecado del hijo pródigo claramente afectó a su padre (15:20). Además, los pecados contra los cuales se advierte en el Sermón del Monte todos afectan a otros. Nadie puede pecar en aislamiento total.

Fuente:

–          Nuevo Diccionario Bíblico Certeza
–          Teología Básica – Charles Ryrie

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