“Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.” Mateo 13:33
Nuestro Señor comparó el reino de los cielos con la levadura que una mujer tomó en tres medidas de harina. Al final todo quedó fermentado.
Una interpretación común es que la harina es el mundo y que la levadura es el evangelio que será predicado por todo el mundo hasta que todos sean salvos. Esta interpretación, sin embargo, queda refutada por las mismas Escrituras, la historia y los actuales acontecimientos.
La levadura es siempre en la Biblia (sin excepción alguna) agente de corrupción, es el emblema de las doctrinas perniciosas. Jesús advirtió contra la levadura de los fariseos y de los saduceos (Mateo 16:11) y contra la levadura de Herodes (Marcos 8:15), de la malicia y la maldad (1 Corintios 5:6-8) y en el contexto de Gálatas 5:9 significa falsa enseñanza, de la que nos tenemos que guardar totalmente. En general, la levadura significa o bien mala doctrina o mala conducta.
En la Fiesta de los Panes sin Levadura, Dios mandó a su pueblo que eliminasen toda la levadura de sus casas (Éxodo 12:15), si alguien comía algo leudado durante la fiesta, había de ser cortado de Israel.
Es de notar que dicha parábola está emparejada con la de la semilla de mostaza (Mateo 13:31-32; Lucas 13:18-19), que nos ofrece en la Iglesia un fenómeno de «gigantismo», por el cual un arbusto trueca su naturaleza en la de un árbol, en cuyas ramas llegan a anidar las aves del cielo. Quiénes sean esas aves lo declaran los versos 4 y 19 del mismo capítulo, compárese con Efesios 6:12.
De modo que en esta parábola el Señor advierte contra el poder impregnador del mal obrando en el reino de los cielos desde adentro, es decir, una mala doctrina. La parábola de la semilla de mostaza muestra el mal en el carácter externo del reino.
No tenemos certeza para entender la división de las medidas de levadura pero quizá este verso puede decirnos algo de esa levadura que ha infectado la Iglesia desde el principio.
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” Colosense 2:8