La Unión Hipostática de Cristo

Este concepto de la unión hipostática, (la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Jesús) es probablemente uno de los conceptos más difíciles de comprender en la teología. Ninguno de nosotros ha visto alguna vez la Deidad a excepción de la revelación que tenemos de Dios en las Escrituras, y ninguno de nosotros jamás ha visto la humanidad perfecta a excepción de como las Escrituras nos revelan a Adán antes de la caída y a nuestro Señor. El tratar de relacionar estos dos conceptos con la persona de Cristo añade complejidades a ideas que de por sí son difíciles de comprender.

A. El significado de “naturaleza”

Aunque las palabras hispanas “naturaleza” y “sustancia” pueden ser sinónimas, con el significado de esencia, tenemos que hacer distinción entre las dos palabras para los propósitos teológicos. Si se concibe una naturaleza como entidad substantiva, entonces naturaleza y substancia serían lo mismo, y el Cristo encarnado consistiría de dos sustancias y esencialmente sería dos personas, como enseñaba el nestorianismo. Pero si “naturaleza” se considera como un “complejo de atributos” (la sugerencia de Buswell, 1:54) este error se evita más fácilmente. La Persona de Cristo encarnado retuvo el complejo total de atributos divinos y posee todo el complejo de atributos humanos esenciales en un ser humano perfecto.

B. El carácter de la unión

El Credo Calcedonio afirmó que las dos “naturalezas” estaban unidas sin mezcla, sin cambio, sin división, y sin separación. Esto significa que el complejo entero de los atributos de la Deidad y los de la humanidad perfecta siempre se mantuvieron en Jesucristo desde Su encarnación. No hay mezcla de atributos divinos y humanos. (como enseñaban los eutiquianos), ningún cambio en cualquiera de los dos complejos (como enseñaban los apolinarianos), ninguna división de ellos, ni ninguna separación como para tener dos personas (como enseñaba el nestorianismo). La ortodoxia afirma que las dos naturalezas constituyen una Persona o hipóstasis para siempre. Es correcto caracterizar a Cristo como una Persona teoantrópica, pero no es preciso hablar de naturalezas teantrópicas (puesto que esto mezclaría los atributos divinos con los humanos).

El calvinismo ha enseñado que la unión no abarca ninguna transferencia de atributos de una naturaleza a la otra. El luteranismo enseña la ubicuidad del cuerpo de Cristo, lo cual no implica un traslado del atributo de la omnipresencia a la humanidad de Cristo. En otras palabras, los ubiquitarios sostienen que Cristo está presente en Su naturaleza humana en todas partes y en todo tiempo. Lutero desarrolló esta doctrina en 1527–28 para respaldar su creencia en la Presencia Real en la Cena del Señor.

C. La comunión de atributos

Esto significa simplemente que los atributos de ambas naturalezas le pertenecen a la Persona única sin mezclar las naturalezas o dividir la Persona. Prácticamente, es la base para ver a Cristo como débil, y a la vez omnipotente, ignorante y sin embargo omnisciente, limitado, y todavía infinito.

He dicho que los atributos no pueden ser traspasados de una naturaleza a la otra. El hacer esto cambiaría la combinación del complejo de atributos, y por ende de la naturaleza. Si la infinitud se puede transferir a la humanidad, entonces la Deidad pierde la infinitud y ya no es Deidad completa. Sin embargo, los atributos de ambas naturalezas se tienen que expresar por la misma Persona. Así que puede parecer que la Persona se “transfiere” de la una a la otra, expresando una naturaleza o la otra, aunque los atributos en sí tienen que permanecer como parte de la naturaleza a la cual propiamente pertenecen. Así que los teólogos han desarrollado un sistema para clasificar las acciones de la persona de Cristo con respecto a la procedencia de la acción (véase Hodge, Systematic Theology [Grand Rapids: Eerdmans, 1960], 2:78ss, que tiene cuatro categorías, y Walvoord, Jesús Christ Our Lord [Chicago: Moody, 1974], pp. 116–7, que tiene siete). Algunos ejemplos incluyen (a) acciones basadas en la Persona entera, como la redención (en la cual participan las dos naturalezas); (b) acciones basadas en la naturaleza divina (aunque la Persona entera es el sujeto), como la preexistencia (solamente atribuible a la naturaleza divina); y (c) acciones basadas en la naturaleza humana, como el tener sed. Por mucho que tal clasificación pueda ayudar, parece más importante recordar que la Persona hace todo lo que hace, manifestando el atributo que corresponda a la naturaleza que revela. La Persona tuvo sed; la Persona conocía todas las cosas; la Persona no conoce ni el día ni la hora; y (probablemente la más difícil) la Persona murió. Por supuesto la Deidad no muere ni tiene sed, pero la Persona, Jesucristo, el Dios-Hombre hizo ambas cosas.

D. La conciencia que tenía Cristo de Sí mismo

Otra cuestión es si Cristo en Su propia autoconciencia estuvo consciente de Su Deidad y humanidad en todo tiempo. La respuesta es que la Persona siempre estaba consciente en Sí misma con respecto a Su Deidad y que la Persona creció en autoconciencia con respecto a Su humanidad.

E. La(s) voluntad(es) de Cristo

¿Tuvo Cristo una o dos voluntades? En Calcedonia se dijo de un Cristo en dos naturalezas unidas en una Persona, lo que implica dos voluntades. En el séptimo siglo los monotelitas insistieron en que Cristo tuvo solamente una voluntad, pero este punto de vista fue declarado herejía por el Concilio en Constantinopla en 680. Si voluntad se define como “un complejo de comportamiento” como lo hace Buswell, entonces se pudiera decir que nuestro Señor tenía un patrón divino de comportamiento y también uno humano perfecto; y así dos voluntades, Sin embargo, me parece que cada decisión individual se originó o de la “voluntad” de Su divina naturaleza o de la “voluntad” de Su naturaleza humana o de una combinación de ambas, para que entonces sea correcto pensar en dos “voluntades”.

Posturas Erróneas de Esta Doctrina

A. Docetismo

A finales del primer siglo Cerinto y los Gnósticos enseñaron que Cristo sólo aparentaba ser un hombre (doceiko, apariencia).

El apóstol Juan se refiere a esta falsa enseñanza en 1 Juan 4:1–3. Esta herejía socava no sólo la realidad de la encarnación sino también la validez de la expiación y la resurrección corporal.

B. Ebionismo

En el segundo siglo esta herejía negaba la deidad de Cristo, considerando que Jesús era el hijo natural de José y María pero elegido para ser el Hijo de Dios en Su bautismo al unirse con el Cristo eterno.

C. Arrianismo

Una herejía que negó la eternidad de Jesús como el Logos. Arrio razonó que puesto que Jesús era el Unigénito, tenía que haber tenido un principio. Los arrianos creían que la naturaleza divina de Cristo era similar a la de Dios, homoiousian, pero no igual, homoousian. El Concilio de Nicea condenó esta enseñanza en 325 A.D., afirmando que Jesús tenía la misma naturaleza que Dios.

D. Apolinarismo

Apolinar, el menor (murió cerca de 390), buscaba evitar la separación innecesaria de las naturalezas de Cristo.  El enseñó que Cristo tenía un cuerpo humano y un alma humana, pero que tenía el Logos divino en vez de un espíritu humano (esto supone una perspectiva tricótoma del hombre). Este Logos dominó el cuerpo y el alma pasivos humanos. Este error afectaba la humanidad de Cristo.

E. Nestorianismo

El nestorianismo dividía a Cristo en dos personas (aunque se debate si Nestorio mismo enseñó o no esto claramente). El explicó que Jesucristo era el prosopon (la forma o apariencia) de la unión de las dos naturalezas. La humanidad tenía la forma de Dios dada a ella, y la Deidad tomó en Sí misma la forma de siervo, siendo el resultado la apariencia de Jesús de Nazaret. Así que en este punto de vista las dos naturalezas estaban separadas, lo que resultaba en dos Personas. La enseñanza fue condenada por el Concilio de Efeso en 431.

F. Eutiquianismo

Eutiques (ca. 378–454) reaccionó contra el nestorianismo y enseñó que solamente había una naturaleza en Cristo. Este error también se conoce como el monofisismo. La naturaleza divina no era totalmente divina, ni tampoco era la naturaleza humana completamente humana, y el resultado era una sola naturaleza mezclada. Esto fue condenado en el Concilio de Calcedonia en 451.

Un error similar se desarrolló después de Calcedonia el cual enseñaba que Cristo tenía solamente una voluntad, aunque concedía verbalmente que tenía dos naturalezas. Esto se llama el monotelismo. Fue condenado en el tercer Concilio de Constantinopla en 680.

Un estudio de los errores nos debe de ayudar a clarificar la verdad y hacernos más cuidadosos de cómo la expresamos. La semántica es muy importante en las declaraciones de la teología.

Historia primitiva de esta Doctrina

– Basic Theology,  Charles C. Ryrie, Copyright, Editorial Unilit, Miami, Fl. U.S.A. © 1993 All right reserved.

2 comentarios en “La Unión Hipostática de Cristo”

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