Jesús es el Señor

«Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.» (Filipenses 2:11)

Esta afirmación, «Jesucristo es el Señor», es una de las confesiones de fe más antiguas de la iglesia cristiana. Este título no solo define la divinidad de Cristo, sino que también abarca una profunda comprensión de su autoridad sobre todas las cosas. La palabra griega «kurios» es la que se utiliza en este versículo para traducir «Señor». Aunque en nuestro idioma moderno utilizamos «Señor» en un sentido de respeto o cortesía, el concepto original de «kurios» va mucho más allá de una simple muestra de respeto hacia una figura importante. Para comprender el verdadero significado de este título, es necesario explorar sus raíces históricas y culturales en el contexto bíblico.

El Significado de «Kurios» en la Septuaginta

En la traducción griega del Antiguo Testamento, conocida como la Septuaginta, el nombre de Dios (Jehová o Yahvé) es sustituido por la palabra «kurios». Este cambio no es meramente una cuestión lingüística, sino que tiene profundas implicaciones teológicas. En la mentalidad hebrea, el nombre de Dios era tan sagrado que se evitaba pronunciarlo. En su lugar, se utilizaban otros títulos como «Adonay» (que significa Señor o Amo) y «Jehová» o «Yahvé». Al traducir estos títulos a «kurios», se le asignaba a Dios una autoridad suprema, que no solo se refería a su poder sobre la creación, sino también a su gobierno divino, político y jurídico.

El término «kurios» en el griego no solo denota respeto, sino que implica poder, autoridad y soberanía. Es un término que se aplica tanto en un contexto secular (como emperadores y reyes) como en uno religioso, refiriéndose a la divinidad suprema. Este concepto es clave para entender cómo los primeros cristianos veían a Jesús: no solo como un maestro o líder espiritual, sino como el soberano absoluto, quien tiene poder sobre toda la creación, tanto en el cielo como en la tierra.

Jehová, Adonay y Kurios: La Autoridad Divina

En el Antiguo Testamento, el título de «Señor» se usa para expresar la autoridad y soberanía de Dios. Isaías 43:1 dice: «Así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.» En este versículo, Jehová es visto no solo como el Creador, sino como el dueño y señor de su pueblo. Este concepto de propiedad no es solo un asunto de dominio físico, sino de una relación de paternidad y alianza: Israel pertenece a Jehová de una manera exclusiva y sagrada.

El título «Adonay» (Señor) también expresa esta idea de soberanía, de ser el amo absoluto. En la misma línea, el término «kurios» aplicado a Jesús tiene una fuerte connotación de gobernante, jefe y propietario. Jesús no es solo un líder espiritual, sino el Dueño de la vida, el Señor de todo lo que existe.

Kurios: Un Título Provocador en el Contexto del Imperio Romano

El título «kurios», al ser aplicado a Jesús, no era solo una afirmación teológica; era un acto de desafío y resistencia al poder político y religioso de la época. En el contexto del Imperio Romano, «kurios» era un título utilizado para referirse al emperador, quien era considerado divino y al que se le rendía adoración. Para los cristianos, declarar a Jesucristo como «el Señor» implicaba rechazar la divinidad del emperador y afirmar que solo Cristo es digno de ser llamado «Señor».

Esto tenía enormes implicaciones en la vida de los primeros cristianos, quienes enfrentaron persecución por su fidelidad a esta confesión. En Hechos 2:36, Pedro proclama: «Sepa, pues, toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.» Esta proclamación de Pedro fue radical y subversiva, ya que ponía a Cristo por encima de toda autoridad terrenal. En Romanos 14:8-9, Pablo reafirma este principio: «Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Sea que vivamos o que muramos, somos del Señor. Porque Cristo para esto murió y resucitó, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.» Aquí, Pablo afirma que toda nuestra vida, tanto en la vida como en la muerte, debe ser vivida bajo la soberanía de Cristo como Señor.

El Pánico y Escándalo del Título Kurios en el Mundo Antiguo

Aplicar el título de «kurios» a Jesús, en un mundo donde el emperador romano también era llamado «Señor», era un acto de escándalo y pánico para las autoridades. Los emperadores y los gobernantes no estaban acostumbrados a que alguien se les opusiera en este nivel, especialmente no en un mundo donde la adoración al emperador era tan arraigada. 1 Corintios 8:6 dice: «Para nosotros, sin embargo, hay un solo Dios, el Padre, de quien son todas las cosas, y nosotros en él; y un solo Señor, Jesucristo, por medio de quien son todas las cosas, y nosotros por medio de él.» Este versículo resalta la supremacía de Cristo, el único Señor digno de adoración, y de nuevo rechaza cualquier otro tipo de autoridad divinizada.

La Confesión de Fe: Jesús es el Señor

Hoy, al decir «Jesucristo es el Señor», no solo estamos haciendo una afirmación religiosa, sino también una declaración de soberanía total y absoluta de Cristo sobre nuestras vidas, sobre la creación y sobre la historia. Esta confesión de fe es más que una fórmula teológica; es un compromiso radical de vivir bajo la autoridad de Cristo en todos los aspectos de nuestra existencia. Al hacerlo, nos alineamos con la iglesia primitiva que, a pesar de las persecuciones y dificultades, proclamaba a Cristo como el único Señor y el único digno de nuestra adoración.

1 comentario en “Jesús es el Señor”

  1. Es muy importante reconocer la cultura o la raíz bíblica de los conceptos para entender su cognotación. Muchas veces la equivalencia de los términos bíblicos a idiomas modernos debilitan o no definen integralmente su definición o sentido escritural. En pcas palabras, necesitamos ser instruídos en cultura bíblica para no mal interpretar la verdad de Dios

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