¿Por qué envió Dios a Su Hijo en la semejanza de carne de pecado? Las Escrituras nos dan varias respuestas a esa pregunta.
A. Para revelarnos a Dios
Aunque Dios se revela a Sí mismo en varias maneras, que incluyen las magnificencias de la naturaleza que nos rodea, solamente la encarnación reveló la esencia de Dios, aunque velada (Juan 1:18; 14:7–11). La única manera en que el hombre puede ver al Padre es conociendo acerca del Hijo, y la única manera de lograrlo hoy en día es estudiando el relato de Su vida en las Escrituras. Por haberse El hecho hombre, la revelación de Dios se personalizó; porque El es Dios, esa revelación es completamente verdadera.
B. Para proveer un ejemplo para nuestras vidas
La vida terrenal de nuestro Señor se nos presenta como patrón para nuestras vidas hoy en día (1 Pedro 2:21; 1 Juan 2:6). Sin la encarnación no tuviéramos ese ejemplo. Como hombre El experimentó las vicisitudes de la vida y nos provee un ejemplo práctico; como Dios, nos ofrece el poder para seguir Su ejemplo.
C. Para proveer un sacrificio efectivo por el pecado (Sacrificio Viario)
Sin la encarnación no tuviéramos un Salvador. El pecado requiere la muerte como su pago. Dios no muere. Así que el Salvador tiene que ser humano para poder morir. Pero la muerte de un hombre común no pagaría por el pecado eternamente. De modo que el Salvador también tiene que ser Dios. Necesitamos un Salvador que sea Dios-Hombre y lo tenemos en nuestro Señor (Hebreos 10:1–10).
D. Para poder cumplir el pacto davídico
Gabriel le anunció a María que a su Hijo se le daría el trono de David (Lucas 1:31–33). Esto no se cumple porque el Dios invisible reine sobre los asuntos de los hombres (lo que ciertamente hace). Para ocupar el trono de David se requiere un ser humano. Por lo tanto, el Mesías tenía que ser humano. Pero para ocupar el trono para siempre se requiere que el que lo ocupe nunca muera. Y solamente Dios cumple ese requisito. Así que el que en definitiva cumpliría la promesa davídica tenía que ser Dios-Hombre.
E. Para destruir las obras del diablo (1 Juan 3:8)
Note que esto fue efectuado por la aparición de Cristo. El enfoque es sobre Su venida, no sobre la resurrección como se esperaría. ¿Por qué fue necesaria la encarnación para derrotar a Satanás? Porque Satanás tenía que ser derrotado en la arena que el domina, este mundo. Así que Cristo fue enviado a este mundo para destruir las obras del diablo.
F. Para poder ser un Sumo Sacerdote compasivo (Hebreos 4:14-16)
Nuestro Sumo Sacerdote puede entender nuestras debilidades porque El fue probado como lo somos nosotros. Pero Dios nunca es probado, así que fue necesario que Dios se hiciera hombre para ser probado a fin de que fuera un Sacerdote compasivo.
G. Para poder ser un Juez competente
Aunque la mayoría de las personas piensan de Dios como el Juez delante del cual todos comparecerán, la verdad es que Jesús será ese Juez (Juan 5:22, 27). Todo el juicio será llevado a cabo por nuestro Señor “por cuanto El es el Hijo del Hombre”. Este es el título que lo asocia con la tierra y con Su misión terrenal. ¿Por qué es necesario que el Juez sea humano y haber vivido en la tierra? Para poder refutar todas las excusas que los humanos pudieran presentar. ¿Por qué tiene el Juez que ser también Dios? Para que Su juicio sea verdadero y justo.
Así la encarnación tiene ramificaciones que se relacionan con nuestro conocimiento de Dios, nuestra salvación, nuestra vida diaria, nuestras necesidades urgentes, y nuestro futuro. Es verdaderamente el hecho central de la historia.
H. Para ser el único mediador entre Dios y los hombres:
Debido a que estábamos alejados de Dios por el pecado, necesitábamos a alguien que viniera a ponerse entre Dios y nosotros y nos llevara de vuelta a él. Necesitábamos un mediador que pudiera representamos ante Dios y que pudiera representar a Dios ante nosotros. Hay solo una persona que haya cumplido alguna vez con esa función: «Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre» (1 Ti 2:5). A fin de cumplir con esta función de mediador, Jesús tenía que ser completamente hombre y a la vez completamente Dios.
I. Para ser el mediador de un nuevo pacto.
Jesús es nuestro representante y obedeció por nosotros allí donde Adán había fallado y desobedecido. Lo vemos en el paralelismo entre la tentación de Jesús (Lc4:1-13) y el tiempo de la prueba de Adán y Eva en el huerto del Edén (Gn 2:15-3:7). Aparece también claramente reflejado en las reflexiones de Pablo sobre el paralelismo entre Adán y Cristo, y en la desobediencia de Adán y obediencia de Cristo:
Por tanto, así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia produjo la justificación que da vida a todos. Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos (Ro 5: 18-19).
Por esto Pablo puede llamar a Cristo el «último Adán» (1 Ca 15:45) y puede llamar a Adán el «primer hombre» ya Cristo el «segundo hombre» (1 Ca 15:47).Jesús tenía que ser un hombre a fin de ser nuestro representante y obedecer en nuestro lugar.
J. Para cumplir el propósito original de Dios de que el hombre gobernara la creación:
El propósito de Dios al crear al hombre era ese, Dios puso a la humanidad sobre la tierra para dominarla y gobernarla como representante suyo. Pero el hombre no cumplió con este propósito, sino que en vez de eso cayó en el pecado. El autor de Hebreos se da cuenta de que la intención de Dios era poner todas las cosas bajo la sujeción del hombre, pero reconoce: «Dios puso bajo él todas las cosas… es cierto que todavía no vemos que todo le esté sujeto» (He 2:8). Entonces cuando Jesús vino como hombre, fue capaz de obedecer a Dios y de ese modo adquirió el derecho de sojuzgar la creación como un hombre, y de esa manera cumplir con el propósito original de Dios al poner al hombre sobre la tierra. Hebreos reconoce esto cuando ahora dice: «Vemos a Jesús» en un lugar de autoridad sobre el universo, «coronado de honra y gloria» (He 2:9; d. la misma frase en el v. 7). Jesús de hecho había recibido «toda autoridad en el cielo y en la tierra» (Mt 28: 18), y Dios «sometió todas las cosas al dominio de Cristo» (Ef 1:22). Y ciertamente nosotros un día reinaremos con él sobre el trono (Ap 3:21) y experimentaremos, en sujeción a Cristo nuestro Señor, el cumplimiento del propósito de Dios de reinar sobre la tierra (cE Lc 19:17, 19; 1 Ca 6:3). Jesús tenía que ser un hombre a fin de cumplir el propósito original de Dios de que el hombre reinara sobre su creación.
K. Para Cumplir el Pacto Abrahamico:
Dios llama a Abraham y le da una promesa: «Gen. 12: 1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. »
Es interesante que cuando leemos: “Y serás bendición” no especifica “el que” o “a quien” solo dice que será bendición, la frase queda incompleta aparentemente, pero si seguimos leyendo el vs. 3 nos dice lo que falta: Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
Ahora, si seguimos leyendo la historia de Abraham la Biblia en el relato de la obediencia de Abraham a la petición de Dios (su hijo) vemos la confirmación Dios al Pacto con Abraham (Pacto Abrahamico)
«Gen.22:16 y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; 17 de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. 18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz. »
Ahora si podemos ver claramente a quienes iba a ser bendición, ahora cuando leemos esto encontramos un problema: ¿en que sentido Israel está siendo bendición a las naciones? Israel es odiado por muchos países, en especial por los descendientes de su tío (Ismael) las naciones árabes, además que Israel como nación tiene muy poco tiempo de estar re-construida y formada debido a los constantes exilios a los que ha sido sometida por su desobediencia a Dios, entonces: ¿Por qué es bendición? Una respuesta mucho más fácil es preguntarnos ¿Quién es la simiente de Abraham? Quizá podríamos hablar mucho acerca de esto, podríamos decir que la simiente no solo se refiere a su hijo, sino a su descendencia, en este sentido podríamos decir que Jacob es la simiente de Abraham, o que las 12 tribus de Israel son la simiente de Abraham y es cierto, lo mismo que si dijéramos que David es Simiente de Abraham, vemos pues que la palabra simiente también se puede usar como: descendiente, un eje. De esto lo podemos ver en Juan 8.33 cuando los discípulos dicen que son linaje de Abraham, también podemos ver cuando a Jesús le dicen: Hijo de David, por lo tanto cuando la Biblia se refiere a la “Siemiente” no se refiere a Isaac sino a Jesús, dejemos que la Biblia nos hable:
Así Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que tienen fe, estos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: “En ti serán benditas todas las naciones”. De modo que los que tienen fe son bendecidos con el creyente Abraham. (Gálatas 3:6-9)
Aquí podemos ver dos cosas: una, que la descendencia de Abraham también son los que creen en Cristo no solo los descendientes de la carne, dos, que Dios sabia de antemano que los gentiles eran parte de la promesa, de hecho el “bendecir a todas las naciones” se refiere a eso, que a través de Cristo la salvación vendría a todas las naciones, que de Abraham descendería el Cristo, El Salvador del mundo.
La biblia lo confirma:
Gálatas: 3.15 Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. 16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. 17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. 18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa. 19 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.
Vemos pues que en Cristo, los hijos de la fé, somos esa descendencia a Abraham que no pueda ser contada. Descendientes por Cristo a través de la fe.
Fuentes Consultadas:
*pendientes… Manana las agrego