“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”. 1 Pedro 5:8
Para entender mejor este versículo es necesario ver el contexto del libro y el contexto del texto, bien, esta carta de Pedro se escribió para animar y fortalecer a los creyentes que enfrentaban pruebas y persecución bajo el emperador Nerón. Nadie está libre de catástrofes, dolor, enfermedad y muerte, pruebas que, como la persecución, nos hacen depender por completo de la gracia de Dios.
Dado ya el contexto o propósito del libro, veamos ahora el contexto del texto, un verso anterior se lee:
“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. 1 Pedro 5:7
Aquí el problema es la “ansiedad”, muchos vivían preocupados por las circunstancias, de tal manera que el peso de estas circunstancias agobiaba sus almas, lo mismo sucede ahora con muchos creyentes, al hacernos cargo de nuestros temores, presiones y problemas diarios, estamos mostrando nuestra total desconfianza en nuestro Dios. Sin embargo, el dejar que Dios se haga cargo de nuestras preocupaciones nos llama a la acción, no a la pasividad. No se someta a las circunstancias, sino al Señor, quien controla las circunstancias.
Bajo ese contexto Pedro nos dice ahora que, en vez de ser ansiosos, deberíamos ser sobrios y velar, porque tenemos un poderoso adversario, el diablo.
Cuando yo era niño solíamos jugar en la calle un juego llamado: “El que tiene enemigos no duerme”, varios niños nos colocábamos de pie haciendo un círculo, poníamos nuestras manos atrás y mientras cantábamos “El que tiene enemigos no duerme” un muchacho iba por detrás del círculo con una correa en la mano, la correa la tenía que depositar en la mano de cualquiera de nosotros y nosotros deberíamos estar atentos por si la correa era depositada al costado tuyo, si eso sucedía y si te dabas cuenta corrías alrededor del grupo y volvías a tu sitio sin ningún golpe, totalmente sano, pero si no estabas sobrio y velando podrían haberte azotado toda la vuelta. De igual forma, sabiendo que tenemos un enemigo deberíamos estar sobrios y velando.
Ser sobrios significa ser serios en nuestros pensamientos, adoptar un enfoque realista ante la vida, ser inteligentes tocantes a las estratagemas de Satanás. Pentecost dice con razón:
“Una persona que no se preocupa de la naturaleza o del carácter del mundo, que es desconocedor de los propósitos y ataques de nuestro adversario, el Diablo, puede permitirse vivir de forma ligera o frívola. Pero aquel que ve la vida como Jesús la ve tiene que adoptar una actitud totalmente nueva, una perspectiva totalmente nueva caracterizada por la sobriedad”. J. Dwight Pentecost
Velad, es la siguiente frase, una confianza firme en el cuidado soberano de Dios no significa que el creyente pueda vivir sin cautela. Las fuerzas malignas que arremeten contra el cristiano hacen necesario que este se mantenga siempre alerta y a la defensiva, por lo tanto, debe haber una constante vigilancia, una presteza para hacer frente a cada ataque del maligno.
Vuestro adversario, es un término que alude en griego a un oponente legal en una demanda ante las cortes. el diablo, como león rugiente. La palabra griega que se traduce “diablo” significa “calumniador”, lo cual significa que es un enemigo malicioso que ultraja y maldice a los creyentes. Junto a sus fuerzas infernales siempre se mantiene activo y busca oportunidades para acosar al creyente con tentación, persecución y desánimo. Satanás siembra discordia, acusa a Dios ante los hombres y a los hombres ante Dios. Hará todo lo que le sea posible para arrastrar al cristiano y sacarlo de su comunión con Cristo así como del servicio cristiano.
La expresión león rugiente, es expresivo, habla de su ferocidad, de su violenta insaciable sed de presa. como de un león hambriento. Los leones atacan al animal enfermo, joven y solitario; escogen a los animales que están solos o desprevenidos. Pedro nos advierte que Satanás puede atarearnos cuando enfrentamos sufrimiento o persecución. Sintiéndonos solos, débiles, abandonados y alejados de otros creyentes, preocupados en nuestros problemas hasta el punto de que olvidemos estar atentos al peligro, es cuando especialmente somos vulnerables a los ataques de Satanás. En el tiempo de sufrimiento, busque el apoyo de los creyentes. Mantenga los ojos en Cristo, y resista al diablo. Luego, dice Santiago, «huirá de vosotros» (Santiago 4:7).