«La unción que habéis recibido de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que alguien os enseñe. Pero, como la misma unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no falsa, así como os enseñó, permaneced en él».  1 Juan 2:27

¿Qué dice este versículo? ¿Está diciendo que no necesitamos ningún maestro ni guía para aprender la sabiduría de Dios? Eso sería inconsecuente con Efesios 4: 11-12, que dice que Dios nos dio «pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo»

Todo cristiano debiera guardarse cuidadosamente de la mala interpretación de este pasaje. El Espíritu Santo ha dado a muchos el don de la enseñanza (Romanos 12:6-7) y ha llamado a todos los creyentes a enseñarse unos a otros (2 Timoteo 2:2). En vez de contradecir esas instrucciones dadas por el Espíritu, Juan estaba hablando aquí de herejes, anticristos que desviaban a la gente. Este pasaje no da permiso general para que todos hagan lo que quieran con la Biblia. Más bien, está reafirmándonos que podemos saber la diferencia entre herejía y verdad respecto al evangelio de Cristo (compare 1 Juan 2:22) porque poseemos el Espíritu Santo. Esta no es una garantía absoluta de interpretación correcta para cada versículo en la Biblia. Muchas personas sinceras usan mal 1 Juan 2:27 para justificar su falta de estudio y de aprendizaje, y luego proceden a malinterpretar las Escrituras cuando sencillamente abren sus Biblias y «dejan que el Espíritu Santo les diga lo que significa». Esa actitud ha llevado a muchos al error, y es precisamente esa clase de error para el cual el movimiento carismático se ha vuelto un campo fértil.

El ministerio iluminador del Espíritu Santo no puede remplazar el estudio concienzudo de la Palabra de Dios. Los dos obran juntos. Debemos mantener en mente que Dios mismo requiere que seamos diligentes (2 Timoteo 3:16). Cuando exploramos la Escritura cuidadosa y concienzudamente, el Espíritu Santo usa cualquier herramienta que podamos adquirir, cualquier sabiduría piadosa a la que nos expongamos, como medios para iluminar nuestros corazones. Clark Pinnock lo expuso bien cuando dijo que apelar a la Escritura sin la completa dependencia del Espíritu Santo es presunción. Y esperar que el Espíritu Santo nos enseñe sin la Escritura es “fanatismo sub-cristiano”.

Del libro: Los Carismáticos de John MacArthur