“Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo haya. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.” Mateo 12:43-45
Este texto es muy utilizado en algunos círculos cristianos para enseñar que el cristiano una vez limpio por el Señor puede perder su salvación. Primeramente el texto ha de interpretarse con relación a la nación judía contemporánea del Salvador, como explica la última parte del v. 45. También es aplicable a todos los que oyen la palabra de Dios y, se reforman en parte, pero no se convierten de verdad. El espíritu inmundo se va por su propia voluntad por un tiempo, sin ser arrojado (comp. con vv. 28-29). Cuando es arrojado, jamás vuelve; pero cuando vuelve y halla solamente un “carácter reformado”, en lugar de Cristo que no está ahí para impedirle entrar; el corazón está barrido por la reforma externa, pero adornado por los preparativos para cumplir las malas sugerencias, y el hombre se vuelve enemigo más decidido de la verdad. Todo corazón es la residencia de espíritus inmundos, salvo los que son templo del Espíritu Santo, por fe en Cristo. Si uno se limpia la vida pero no la llena de Dios deja espacio suficiente para que entre Satanás. El libro de Esdras registra cómo la gente se apartó de la idolatría pero no la reemplazaron con amor a Dios y obediencia. Desear alejarnos del pecado es el primer paso, pero luego debemos llenar nuestra vida con la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. Las personas vacías e inactivas son un fácil blanco de Satanás.