- “El Espíritu del Señor está sobre mí. Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón. A pregonar libertad a los cautivos. Y vista a los ciegos. A poner en libertad a los oprimidos”. Lucas 4:18
En esta última semana he estado tocando temas de apologética relacionándola de alguna forma con la hermenéutica, por ello he querido seguir tocando algunos temas más ya que considero que son esenciales en nuestros tiempos de cristianismo.
Cada cierto tiempo una ola de nueva doctrina se levanta y se mete a la iglesia y muchos son arrastrados por estas nuevas creencias (Efesios 4:14; Santiago 1:8). Entre estas olas de doctrinas apareció la doctrina de la sanidad del alma también conocida como Sanidad interior, Sanidad de los Recuerdos o Sanidad Integral. Los proponentes de esta enseñanza señalan que muchos creyentes convertidos continúan arrastrando traumas y dolores del pasado y que no son libres al 100%, viven una vida melancólica, triste, amarga, deprimida, etc. A ellos hay que practicarles la sanidad del alma dicen.
Definiendo esta filosofía de la «sanidad del alma» podemos decir que es un método pseudo «terapéutico», que utiliza la oración, la regresión, la visualización y la declaración por fe para «curar» heridas, memorias o recuerdos del pasado, o herencias negativas de antepasados, que son los causantes de los traumas del presente o a lo menos eso es lo que indican sus defensores.
Esta enseñanza fue introducida en el ámbito «religioso» principalmente en los años 70 por la teóloga de la renovación episcopal Agnes Sanford; quien, influenciada por las enseñanzas del psicólogo Carlos Jung (gnóstico de creencias ocultistas), convenció a líderes cristianos para que usaran estas técnicas o psicoterapias “cristianizadas”; las cuales no sólo tienen raíces en la psicología, sino, lo que es peor, en el ocultismo.
Muchas congregaciones siguen ese patrón de “liberación”, congregaciones como la MCI (Misión Carismática Internacional) de Castellanos en Colombia (ahora expandida en todo el mundo), Agua Viva en Perú otrora bastión del pentecostalismo clásico iniciado por Juan Capurro, etc.
Ahora ya que conocemos un poco de su historia volveremos a la pregunta inicial: ¿Es bíblico la doctrina de la sanidad del alma? Alguno dirá que sí, pero como respuesta diré que no encuentro a Jesús ni a los apóstoles practicando tal cosa.
Jesús hablándoles a los judíos con relación al pecado les dice en Juan 8:36: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Jesús no les dice que deben hacer un encuentro de liberación, Él promete dar una completa y verdadera libertad.
En 2 Corintios 5:17 dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. No existe nada que hay que sanar, el progreso en la vida de un creyente se da conforme tenga relación con Su Creador y su Palabra.
«Si permites que tu pasado entre en tu presente, destruirá tu futuro.»
Steven S. Scibelli
www.frasescristianas.org
Es cierto que muchas de las experiencias que nos han lastimado en el pasado pueden habernos causado traumas momentáneos en nuestras vidas, esa es precisamente la razón por la que Jesús apareció.
“El Espíritu del Señor está sobre mí. Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón. A pregonar libertad a los cautivos. Y vista a los ciegos. A poner en libertad a los oprimidos”. Lucas 4:18
“… Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. 1 Juan 3:8
La doctrina de la «Sanidad del alma» es una suplantación de lo que Cristo hizo en la Cruz. Él había venido para afrontar los enormes problemas que han afligido a la humanidad a lo largo de la historia: La pobreza. Para predicar el evangelio a los pobres. Dolor. A sanar a los quebrantados de corazón. Esclavitud. A proclamar liberación a los cautivos. Sufrimiento. Y recuperación de la vista a los ciegos. Opresión. A poner en libertad a los oprimidos. En suma, vino a proclamar un año favorable del Señor -el amanecer de una nueva era para las multitudes gimientes y sollozantes de este mundo-. Se presentó como la respuesta a todos los males que nos atormentan. Y esto es cierto tanto si se piensa en estos males en un sentido físico o espiritual. Cristo es la respuesta.
Es a través de la gracia y de la misericordia de Dios que obtenemos el perdón. Lo que algunos predican hoy sobre este tema no tiene nada que ver con el Evangelio.
«Muchos creyentes viven deprimidos porque están pensando más en sus pecados pasados que en la victoria que Cristo nos dio en la cruz.»