El tema del Ángel de Jehová es fascinante y profundo, pues está presente en varios pasajes clave de la Escritura. Según el Salmo 34:7, “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende.” Este texto nos muestra una promesa de protección divina. Sin embargo, es importante aclarar que el cuidado de Dios no depende de los méritos o del estado espiritual del creyente, sino de Su fidelidad y gracia. Aunque el versículo menciona a “los que le temen”, este temor no debe interpretarse como una condición para recibir el cuidado divino, sino como una característica que puede reflejarse en la vida de quienes están en relación con Él, ya sea fuerte o débil, porque Su gracia sostiene a todos los que son suyos.
Primero, el cuidado y la defensa que ofrece el Ángel de Jehová abarcan múltiples dimensiones. En un sentido espiritual, nos protege de los ataques del enemigo, como lo menciona Efesios 6:12 al hablar de la lucha contra principados y potestades. El cuidado también puede manifestarse en aspectos físicos, como lo vemos en el caso de Elías, cuando un ángel lo fortaleció con alimento en el desierto (1 Reyes 19:5-8). En el contexto del Salmo 34:7, el término “defiende” implica una acción activa contra cualquier amenaza, asegurando que los que temen a Dios están rodeados por Su protección.
En cuanto al idioma hebreo, la preposición «de» no siempre aparece explícita en el texto original, ya que el hebreo bíblico tiene una gramática diferente al español. Esto ha llevado a algunos a interpretar que la frase podría entenderse como “el ángel Jehová” en lugar de “el ángel de Jehová”. Sin embargo, esta interpretación requiere cautela, ya que en varios pasajes el Ángel de Jehová actúa como un mensajero o emisario divino, pero con atributos que superan los de un ser creado. Por ejemplo, en Éxodo 3:2-6, el Ángel de Jehová se aparece a Moisés en la zarza ardiente, pero luego el texto dice que es Dios quien habla. Este y otros episodios sugieren que el Ángel de Jehová no es un ángel común, sino una manifestación especial de Dios mismo.
Algunos estudiosos identifican al Ángel de Jehová con el preencarnado Jesucristo. Esto se debe a que este Ángel no solo actúa con la autoridad de Dios, sino que también recibe adoración, algo reservado únicamente para Dios en la Escritura. Un ejemplo claro está en Jueces 13, cuando Manoa y su esposa encuentran al Ángel de Jehová y este acepta el sacrificio que ellos le ofrecen. En el Nuevo Testamento, Jesús declara en Juan 8:58, “Antes que Abraham fuese, yo soy,” identificándose con Yahweh. Esto refuerza la idea de que el Ángel de Jehová podría ser una manifestación preencarnada del Hijo de Dios.
En resumen, el Ángel de Jehová nos cuida al estar presente en nuestras vidas, guiándonos, fortaleciéndonos y protegiéndonos de ataques espirituales y peligros físicos. Nos defiende al ser un escudo contra las amenazas del enemigo y al asegurar que las promesas de Dios se cumplan en nuestra vida. Si bien el debate lingüístico sobre la preposición es interesante, la evidencia bíblica apunta a que este Ángel es una representación especial de Dios, posiblemente una aparición preencarnada de Jesucristo, quien siempre ha sido el mediador entre Dios y la humanidad. Su obra de cuidado y defensa no solo se limita al Antiguo Testamento, sino que continúa hasta hoy, porque Jesús mismo prometió estar con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).