En la tradición judía se da mucha importancia a los nombres, ya que no sólo sirven como un método de identificación, sino también como una conexión espiritual entre el nombre y la persona que lo lleva. El nombre dado a la persona está intrínsecamente ligado a su alma y su vida. Actúa como el canal por medio del cual la fuerza vital fluye al cuerpo. Cada letra tiene una Fuerza Divina única; de esa manera, cada objeto creado tiene su propia forma y su esencia especial directamente ligados a las letras hebreas que forman su nombre.