El Discurso en la Colina de Marte

  • “Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría”. Hechos 17:16

En el contexto Pablo tuvo que salir abruptamente de Berea y fue conducido hacia Atenas mientras esperaba a Silas y Timoteo. Atenas era el centro religioso de Grecia, y allí se podía rendir culto casi a todas las deidades conocidas por el hombre, ellos adoraban dioses en los cielos, la tierra, el mar y el mundo subterráneo; era una ciudad cubierta de idolatría. A menudo, las calles de la ciudad estaban llenas de estatuas de hombres y de dioses, estaba especialmente decorada con los Hermas (pilares montados con cabezas de Hermes); muchos visitantes escribieron evidencias de la piedad de Atenas. Desde un punto de vista estético, Atenas no tenía rival en cuanto a su exquisita arquitectura y sus estatuas. Petronio, escritor contemporáneo de la corte de Nerón, dice satíricamente que era más fácil hallar un dios en Atenas que un hombre.

El sentido es que Pablo hubiera preferido esperar hasta que Silas y Timoteo vinieran de Berea antes de comenzar a ministrar en Atenas. Pero cuando vio a la ciudad entregada a la idolatría se indignó de tal manera que fue provocado a predicar el evangelio inmediatamente.

  • “Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían”. Hechos 17: 17

La costumbre de Pablo era predicar donde sea que pudiera tener una audiencia. Aquí fue tanto en la sinagoga como en la plaza. Pablo se enfrentó con un público desafiante en Atenas. Era una ciudad culta, educada, orgullosa de su historia. Era un centro intelectual, como Oxford o Cambridge. Pablo habló a una ciudad que probablemente era diferente a cualquier otra ciudad en la que había predicado.

“A pesar de que Atenas había perdido hace tiempo la eminencia política que fue suya en la antigüedad, continuaba representando el nivel más alto de cultura obtenido en la antigüedad clásica”. (Bruce)

  • Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero?  Y otros:  Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. Hechos 17: 18

La fama de Atenas descansaba principalmente en las glorias de su pasado; incluso como centro filosófico, su supremacía fue desafiada por otros centros del Oriente como Alejandría y Tarso. No obstante, Atenas permaneció siendo el símbolo de los grandes filósofos para la opinión popular, tanto así que a ‘rabinos posteriores les gustaba narrar historias de rabinos anteriores que habían vencido en debate a los filósofos atenienses.

Ahora nos encontramos en el versículo con dos escuelas de filósofos antiguos, los epicúreos y los estoicos. Ambas sectas estaban bien dispuestas a discutir y ambas sentían desdén hacia Pablo, eran dos filosofías rivales de la época.

El epicureísmo es la corriente filosófica que fundó en la Grecia Antigua, Epicuro de Samos (341-270 a.C.) sus seguidores fueron llamados “los epicúreos”. Epicuro enseñaba que los “placeres” eran la verdadera fuente de la felicidad y que el “dolor” era el verdadero enemigo de la felicidad.

El estoicismo es una escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en Atenas a principios del siglo III a. C. Los estoicos eran panteístas que creían que la sabiduría residía en quedar libres de toda emoción intensa, inmutables ante el gozo o el dolor, voluntariamente sumisos a la ley natural. Ellos cultivaron un espíritu de orgullosa dignidad, y pensaban que el suicidio era mejor que llevar una vida indigna.

Cuando estas dos escuelas de filosofía oyeron a Pablo, le consideraron un palabrero (Gr. “Spermologos”, literalmente: recogedor de semillas), un charlatán; una forma despectiva de tratar, vieron a Pablo como un filósofo neófito que no tendía ideas propias, sino que prestaba los conceptos de diferentes filosofías para construir un sistema endeble y superficial. Ello es dicho en un tono de supremo ridículo y es indudable que Pablo oyó este comentario. Es probable que fueran los epicúreos los que hicieron esta burla.

  • Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Hechos 17: 19

Fue la novedad del mensaje de Pablo lo que le ganó la invitación al Areópago (Gr. Areion Pagon, significa la Colina de Ares o de Marte). El Areópago era un cuerpo judicial como un tribunal supremo que se reunía en la colina de Marte. En este caso particular no era exactamente un juicio, sino sencillamente una audiencia en la que Pablo tendría una oportunidad de exponer sus enseñanzas ante los miembros del tribunal y la multitud. A los atenienses les encantaba reunirse en círculos para hablar y escuchar a los demás. Parecían tener una cantidad ilimitada de tiempo para esto.

A principios del siglo XIX, Adam Clarke describió la situación de su época, y parece que es aún más cierto de nuestro tiempo. “Esta es una característica sorprendente de la ciudad de Londres en la actualidad. La comezón por noticias, que por lo general argumenta una mente mundana, superficial o inestable, es increíblemente predominante: incluso los ministros del Evangelio, negligentes de su función sagrada, se han convertido en este sentido en atenienses; de tal forma que el libro de Dios no es leído ni estudiado con la mitad de la avidez y espíritu que como un periódico… No es de extrañar que tales personas se conviertan en predicadores políticos, y sus sermones no sean mejores que cáscaras para cerdos. A éstos, las ovejas hambrientas los ven y no son alimentadas”.

  • Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas.  Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. Hechos 17: 20

Estos antiguos griegos amaban tener un flujo constante y siempre cambiante de noticias e información. Pablo fue llevado al Areópago no para ser juzgado como criminal, sino sólo para ser oído acerca de su nueva enseñanza en esta ciudad universitaria, para determinar si era legal o no. Pablo estaba realmente dedicado al proselitismo, para volver a los atenienses de sus viejos dioses a Jesucristo. Pero «la corte de refinados y pulidos atenienses era muy difícil de los rudos magistrados provinciales de Filipos, y los filósofos que presentaron a Pablo a su conocimiento eran muy diferentes del populacho de Tesalónica» (Rackham). Todo fue llevado con gran cortesía.

  • (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.)” Hechos 17: 21

A medida que Atenas fue renovada por su sabiduría y aprendizaje, se convirtió en un lugar de reunión pública para filósofos y estudiantes de diferentes partes del mundo entonces civilizado. En consecuencia, el flujo de estudiantes fue grande; y éstos, teniendo mucho tiempo libre, necesariamente sentirían curiosidad por saber lo que estaba pasando en el mundo, y se reunirían con frecuencia, en lugares de afluencia pública, para encontrarse con extraños recién llegados a la ciudad; y ya sea, como dice Lucas, decir o escuchar alguna cosa nueva (Adam Clarke).

El interés de los atenienses y los extranjeros residentes allí era siempre en algo nuevo, en lo más fresco o las últimas novedades.  Lo nuevo pronto se enmohecía para estos frívolos e inconstantes atenienses (A.T. Robertson).

  • “Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos” Hechos 17:22 

Pablo aprovechó la oportunidad para predicar a Cristo a esta extraña audiencia, Lucas registra un mero resumen del discurso. El lenguaje de Pablo era perfectamente respetuoso, a pesar de que su corazón había sido profundamente afectado por su idolatría. Es la forma correcta de llevar el mensaje de salvación a los incrédulos y pecadores.

  • “Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”. Hechos 17:23 

Según el historiador griego Diógenes Laercio, Atenas cayó una vez en las garras de una terrible plaga y estaban desesperados por apaciguar a los dioses con los sacrificios apropiados, un hombre llamado Epiménides tuvo una idea. Soltó a un rebaño de ovejas a lo largo de la ciudad, y donde quiera que se acostaran, la sacrificaban para el dios que tuviera el santuario o templo más cercano. Si la oveja se acostaba en un lugar que no estuviera cerca de ningún santuario o templo, la sacrificaban para el dios no conocido. Estos altares todavía estaban en pie, y Pablo los utiliza como fundamento para su predicación o su discurso en la colina de Marte, de este modo, tuvo la oportunidad de presentarles al Dios Creador quien podía ser conocido (Deuteronomio 4:35; 1 Reyes 8:43; 1 Crónicas 28:9; Salmo 9:10; Jeremías 9:24; Jeremías 24:7; Jeremías 31:34; Juan 17:3).

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