La marihuana, tanto en su uso medicinal como recreativo, es un tema que ha generado mucho debate en el ámbito cristiano. Su creciente aceptación en la cultura contemporánea y la legalización en varias partes del mundo desafían la ética cristiana y los principios bíblicos que orientan la vida del creyente. Desde la perspectiva bíblica, los cristianos somos llamados a vivir en sobriedad, a cuidar nuestros cuerpos como templos del Espíritu Santo y a evitar cualquier práctica que pueda afectar nuestra salud física, mental y espiritual.
El uso medicinal de la marihuana se ha propuesto para el alivio de ciertas enfermedades y dolencias crónicas. A lo largo de la Biblia, encontramos el principio del cuidado del cuerpo. En 1 Corintios 6:19-20, se nos recuerda que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo y que debemos glorificar a Dios en él. Algunos cristianos consideran que, en situaciones de dolor extremo o enfermedad grave, y bajo supervisión médica, el uso medicinal de la marihuana podría ser una opción válida, siempre y cuando se utilice con discernimiento y de manera moderada. No obstante, en Gálatas 5:22-23, la Biblia nos llama a vivir en autocontrol y templanza, recordándonos que el abuso de cualquier sustancia, incluso si tiene propiedades medicinales, puede conducir al pecado o al descuido de nuestro testimonio como creyentes.
En tiempos bíblicos, aunque no se menciona la marihuana específicamente, se utilizaron varios remedios naturales con fines medicinales. Por ejemplo, en 1 Timoteo 5:23, Pablo sugiere a Timoteo usar un poco de vino para tratar sus dolencias, con un enfoque en la salud y la moderación. Esto refleja una actitud de responsabilidad hacia el uso de sustancias para tratar la enfermedad. Sin embargo, también establece un precedente de que estos remedios deben usarse bajo orientación, sin perder de vista el autocontrol.
En cuanto al uso recreativo de la marihuana, la Biblia es clara en su llamado a la sobriedad. En Efesios 5:18, se advierte contra la embriaguez y se exhorta a buscar la llenura del Espíritu Santo. Aunque la marihuana no es mencionada directamente, sus efectos psicoactivos, al igual que el alcohol, alteran la capacidad de juicio y control personal. Para el cristiano, cualquier práctica que desvíe la mente y promueva conductas impulsivas es incompatible con el llamado a la santidad y la sobriedad. Además, en 1 Corintios 6:12, Pablo expresa que aunque todo le es permitido, no debe ser dominado por nada, advirtiendo que no debemos permitir que nada, incluida una sustancia, controle nuestra vida.
El cuerpo, como templo del Espíritu Santo, es un tema esencial en esta discusión. En 1 Corintios 6:19-20, se menciona la responsabilidad de honrar a Dios en el cuerpo. Esto implica evitar cualquier cosa que lo dañe o limite su funcionamiento, ya que los creyentes somos llamados a ser ejemplo y a vivir en santidad, en especial en lo que respecta a sus cuerpos. La marihuana recreativa podría llevar a efectos negativos en el organismo y el comportamiento, lo cual sería contrario a los principios de respeto y cuidado hacia el templo de Dios. Además, este uso recreativo puede llevar a la dependencia o adicción, que sería una forma de esclavitud, cuando los cristianos somos llamados a ser libres de todo pecado y atadura, según Romanos 6:12-14.
La adicción en sí misma es una forma de idolatría. Cuando una persona depende de una sustancia para obtener satisfacción o consuelo, esta se convierte en un ídolo, algo en lo que confía en lugar de Dios. Romanos 6:16 dice: «¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis?». Esto implica que el cristiano debe evitar caer en la dependencia de cualquier cosa que lo aleje de su libertad en Cristo. El autocontrol, fruto del Espíritu según Gálatas 5:22-23, también es fundamental para evitar el abuso de sustancias y mantenerse en la sobriedad y templanza que glorifican a Dios.
Otro aspecto importante a considerar es el testimonio. En 1 Corintios 8, Pablo exhorta a no ser tropiezo para otros en la fe, especialmente si nuestras acciones pueden llevar a otros a pecar o alejarse de los caminos de Dios. El uso recreativo de la marihuana, al ser una práctica que afecta el juicio y la sobriedad, podría llevar a otros a justificar prácticas similares que la Biblia prohíbe. En este sentido, ser un ejemplo de vida sobria y recta es parte del testimonio que los cristianos estamos llamados a dar al mundo.
Finalmente, la ética cristiana también incluye una visión de responsabilidad comunitaria y amor al prójimo. En 1 Corintios 10:23, Pablo habla de que «todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica». Esto significa que los cristianos deben considerar el impacto de nuestras decisiones no solo en nuestra vida personal, sino también en nuestra comunidad y en quienes nos rodean. Si el uso recreativo de la marihuana puede afectar negativamente al entorno social o al propio cuerpo, entonces la ética cristiana aconseja evitar estas prácticas en favor del bienestar común.
Para finalizar y en modo de conclusión, el uso medicinal de la marihuana podría ser aceptable para el cristiano en situaciones muy específicas y bajo orientación médica, aunque siempre en un marco de moderación y discernimiento. Sin embargo, el uso recreativo contradice los principios bíblicos de sobriedad, cuidado del cuerpo como templo de Dios, autocontrol, y amor al prójimo. En última instancia, los cristianos somos llamados a vivir en santidad, evitando cualquier práctica que pueda comprometer nuestro testimonio, nuestra salud, y nuestra relación con Dios. En tiempos de confusión sobre temas como estos, los creyentes podemos encontrar claridad y guía en los principios eternos de la Palabra de Dios.