Las tinieblas de afuera

«Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.» Mateo 22:13

En los banquetes de la antigüedad, especialmente en contextos orientales, se celebraban por la noche en espacios lujosamente iluminados, donde la luz simbolizaba el gozo y la vida. Ser excluido de la fiesta era ser arrojado de la luz al exterior oscuro y frío. Jesús usa esta imagen para transmitir la gravedad del juicio divino. Las «tinieblas de afuera» no son solo ausencia de luz, sino una separación total de la presencia y bendición de Dios.

Para los pueblos orientales, el miedo a la oscuridad era profundo. En aquellas culturas, la oscuridad no solo implicaba incertidumbre, sino también peligro y abandono. Las familias solían mantener lámparas encendidas durante toda la noche, ya que dormir en total oscuridad era considerado aterrador. En este contexto, Jesús utiliza un lenguaje que impacta profundamente, representando el castigo como un estado de exclusión, terror y desesperación.

El «lloro y crujir de dientes» completa la escena. No es solo un lamento, sino un símbolo de remordimiento y sufrimiento incesante. Jesús no podría haber escogido una metáfora más potente para advertir sobre el destino de aquellos que rechazan su invitación al Reino. Más allá de lo físico, las tinieblas representan un estado espiritual de separación eterna, la más absoluta desolación que un alma pueda experimentar.

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