A menudo me encuentro con cristianos de muchos años y me hablan de sus experiencias espirituales y cosas así, yo siempre hago las preguntas básicas y les digo: ¿sabes lo que significa la Justificación? ¿sabes lo que es la imputación? generalmente ellos no saben responder y eso me llena de cierta tristeza porque considero que esto es doctrina básica del cristianismo y eso es lo que intento plasmar en este artículo.
Primeramente no puede haber Justificación sin Imputación, pero para hablar de Justificación tenemos que hablar del pecado.
El pecado es el supremo y único problema de la humanidad. Es mi supremo y único problema y es tu supremo y único problema.
Para entender la naturaleza del pecado es importante hacer estas observaciones:
El pecado es absolutamente universal en la raza humana.
«Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron (apartaron de Dios), a una se hicieron inútiles (arruinaron, estropearon); No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.» Romanos 3:10-12
Cada hombre, mujer, y niño en la faz de la tierra, no importa cuán viejo o joven sea, es un pecador, no importa el grado de estudio, si es profesional o no es instruido, si es rico o pobre, todos somos pecadores sin excepción alguna.
El pecado es dominante y nos esclaviza.
«Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.» Juan 8:34
No solamente el pecado es universal; es también dominante y esclavizante. Afecta todo aspecto de la personalidad y de la existencia humana: El pecado esclaviza a los que lo practican. Nadie puede librarse a sí mismo o escapar de la esclavitud del pecado. El pecado “reina” sobre el pecador y cabalga sobre su espalda como un tirano, hasta que finalmente lo lleva a la destrucción y muerte.
Si tú no eres cristiano, tienes una cadena alrededor del cuello que es mucho peor que cualquier cadena física. Puedes dejar de hacer un pecado, pero otro pecado inmediatamente tomará su lugar. Así que el pecado es esclavizante.
El pecado es degradante
El pecado hunde al más noble y elevado de los hombres y a las mujeres a la profundidad de la vergüenza y degradación. El joven que una vez llevaba un buen traje y que se sentaba en una silla de cuero en su oficina, ahora yace prostrado, sin afeitarse, cubierto de vómito como resultado del pecado. La jovencita que alguna vez fue limpia, hermosa e inocente, es ahora ordinaria, sensual y sucia—nuevamente, por causa del pecado. Los hombres y las mujeres, hechos a la imagen de Dios, creados para soñar sueños inmortales y pensar profundamente en la eternidad, son reducidos por el pecado arrastrándose en la mugre como puercos por un pedazo de pan. El pecado volvió a los ángeles en demonios; convierte a hombres en “animales irracionales.” El pecado es degradante.
El pecado no es una «insignificancia;» el pecado no es “lindo”, no es gracioso. El pecado es sumamente malvado y perverso; es “extremadamente peligroso.” Todo pecado es retorcido, feo y malo. Deberíamos estar horrorizados por cuan perversos somos los hombres, y cuan insensibles nos hemos hecho a tal perversidad. ¡Nos hemos acostumbrado a eso!
Es una bendición no saber los detalles de los pecados cometidos anoche en nuestro pueblo o ciudad. Tal conocimiento sería tan repulsivo y contaminante que no lo soportaríamos, pero Dios lo sabe, es como William MacDonald lo dijo: “Los pecados secretos en la tierra son escándalos públicos en el cielo”
Entonces tenemos este problema, todos los hombre tenemos este problema debido a que el pecado es universal, estamos en problemas con Dios. Hay una profunda maldad en cada uno de nosotros. El pecado, solo por el deleite de hacer el mal, sin razón y sin recompensa, fluye de dentro del corazón del hombre
Charles Leiter dijo: ¡El mundo es como es porque está formado de multitudes de personas tan malas como nosotros!
El pecado es el supremo problema de la humanidad y no es el diablo, aunque algunos echan la culpa al diablo por sus pecados, el pastor Adrián Rogers dijo en una ocasión: “Si el diablo se evapora ud. Seguirá pecando”.
Pero este “problema del pecado” tiene dos aspectos distintos—uno interno y el otro externo.
El Problema Interno—Un Corazón Malo
«Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.» Marcos 7:20-23
De acuerdo al Señor Jesucristo, el hombre es en sí mismo corrupto y malo, Pero el problema con el pecado es aún más profundo que esto. Supongamos que por algún milagro, el pecador se pudiera convertir en una persona nueva y nunca más pecara. Ciertamente esa persona todavía iría al infierno. El asesino común que sinceramente decide nunca más volver a matar, debe todavía pagar por sus crímenes pasados. En otras palabras, el problema del pecado tiene otra dimensión aparte de la interna. El hombre no solo tiene un corazón malo; él tiene malos antecedentes a los ojos de la ley de Dios.
El Problema Externo–Malos Antecedentes
Todo pecador es un fugitivo de la justicia. Tal vez no tenga “sentimientos de culpa”, pero sin embargo, se considera “culpable” o “condenado”. Todos sus crímenes pasados piden a gritos que su castigo sea pagado y la justicia sea satisfecha.
Es por causa del sentido de equidad o justicia que Dios ha escrito en lo profundo del corazón humano, que sentimos tanta indignación cuando un criminal es declarado inocente.
Debido a que todos los hombres son culpables y corruptos por el pecado, hay un gran dilema moral que se encuentra como un impedimento a la salvación del hombre: ¿Cómo puede un Dios justo justificar a pecadores injustos sin volverse injusto él mismo?
¿Cómo puede un Juez que es absolutamente justo y recto justificar (declarar justo) a un criminal que es absolutamente culpable y condenado? ¿Cómo puede un ser humano escapar de la condenación del infierno? Dios mismo nos dice:
«El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación a Jehová.» Proverbios 17:15
«El que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones» Proverbios 24:24
Supongamos que un padre vuelve a su hogar y encuentra a su familia asesinada. Después de una agonizante persecución, él consigue aprehender al asesino. Cuando el criminal finalmente comparece ante el juez, se lo encuentra incuestionablemente culpable del crimen. Pero, cuando llega el momento de darle la sentencia, el juez hace la siguiente declaración: “Este hombre ha cometido un crimen terrible, pero yo soy un juez muy caritativo y elijo declararlo inocente. ¡Yo declaro que él es justo a los ojos de la ley! ¡Tal juez sería justamente considerado un criminal tan grande como el ofensor! El ha “justificado al impío” y es “una abominación al Señor.” Pero si esto es verdad aun en la justicia humana, ¿Cuánto más es verdad de la justicia de Dios?
¿Cómo puede Dios “justificar a los impíos” sin ser una abominación a sí mismo? ¿Cómo puede Dios decirnos a nosotros pecadores, “Tú eres justo”, sin violar Su propio carácter? ¿Cómo puede Dios salvarnos de Sí mismo y de su propia justicia y juicio?
¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer? He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, y el hijo de hombre, también gusano? Job 25:4-6
Hay una sola respuesta a este dilema. Alguien tiene que pagar por los pecados de los pecadores. La justicia debe ser satisfecha. Será satisfecha por el sufrimiento del pecador para siempre en el infierno, o debe ser satisfecha por alguien más en su nombre.
¡Maravilla de maravillas! ¡Ese “Alguien” ha venido! El Señor Jesucristo, este es el verdadero significado de la navidad, que Dios mismo vino a este mundo (Juan 1:14, 1 Timoteo 3:16)
«Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.» 1 Pedro 2:24
«Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.» Isaías 53:5
¿Cómo ocurre esa gran transacción? Para comprenderlo, debemos considerar la palabra “imputar”. Esa palabra se traduce de varias formas como “culpa” “inculpar” “tomar en cuenta” “considerar”, “atribuir”. Podemos entender esta palabra un poco mejor, si miramos al pasaje de la carta de Pablo a Filemón acerca de la devolución de su esclavo Onésimo:
«Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.» Filemón 1:17-18
Aquí Pablo instruye a Filemón a “ponerlo a su cuenta” (lit. “imputar”) cualquier deuda que Onésimo pudiera tener con Filemón. ¡Esta no era realmente la deuda de Pablo, pero Pablo por propia voluntad la tomó como su deuda, y fue cargada a su cuenta!
Ahora, esta misma palabra y esas otras asociadas con ella son usadas con respecto al pecado. Por ejemplo, la Biblia dice
«Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.» Romanos 5:13
De nuevo, en Romanos 4, Pablo dice:
«Más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa (IMPUTA) de pecado.» Romanos 4:5-7
¡Qué gloriosa transacción! ¡Nuestros pecados no nos son imputados, porque han sido imputados a Cristo, y aceptándolos como si fueran su propia deuda, Él los ha pagado por completo!
Vemos la misma realidad en el concepto del Antiguo Testamento de “llevar sobre Sí el pecado.” En el Gran Día de Expiación, llamado “Yom Kippur” por los hebreos, celebrada una vez al año, dos machos cabríos eran sacrificados—uno derramaba su sangre para expiar por los pecados, y el otro (el vivo) macho cabrío, llevaba los pecados a un lugar solitario: (Levítico 16) Aquí Dios usa dos machos cabríos para enseñarnos una sola verdad acerca de la obra de expiación del Señor Jesucristo. Por un lado, Él muere por nuestros pecados, y por otro, como resultado de esa muerte, Él eficazmente lleva nuestros pecados fuera de la presencia de Dios.
¡Un sustituto ha muerto en nuestro lugar! “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo que cayera sobre El la iniquidad de todos nosotros.” Así es como un justo Dios puede justificar en su tribunal celestial a quienes fueron criminales toda su vida. Él abre nuestro libro de contabilidad, y ve que nuestra deuda ha sido imputada a su amado Hijo. Además, él ve que la deuda ha sido pagada por completa por Él. ¡Aleluya! ¡Dios, en Su gran amor, ha abierto un camino para salvarnos de Sí mismo y de su propia justicia! El ha hecho eso dando a Su único Hijo para morir en nuestro lugar.
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.” 2 Corintios 5:21
A través de la fe en lo que realizó Jesucristo en la cruz, el individuo puede recibir el perdón.
Exelente
La experiencia sin conocimiento un peligr0;las dos unidas una explocion espiritual