El papel del esposo dentro del matrimonio

El esposo como Cabeza del hogar

“Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.” (Efesios 5:23)

Así, tanto en el orden como en el propósito de la creación, puso al hombre en el puesto de autoridad y a la mujer en el puesto de sujeción. Ella debe estar sometida a su marido en todo «es decir, en todo aquello que sea conforme a la voluntad de Dios». El sometimiento nunca implica inferioridad. El Señor Jesús se somete a Dios Padre, pero no es inferior en absoluto a Él. Tampoco es la mujer inferior al hombre. En muchas maneras puede serle superior: en devoción, en simpatía, en diligencia, y en heroica persistencia. Pero a las casadas se les manda que estén sometidas a sus propios maridos, como al Señor. Al someterse a la autoridad de su marido, una mujer se somete a la autoridad del Señor. Esto, por sí mismo, debería quitar toda actitud de resistencia o rebeldía. La historia abunda con ilustraciones del caos que resulta de la desobediencia a la pauta de Dios. Al usurpar el puesto de liderazgo y actuar en lugar de su marido, Eva introdujo el pecado en la raza humana, con todos sus catastróficos resultados. En tiempos más recientes muchas de las falsas sectas fueron iniciadas por mujeres que usurparon un puesto de autoridad que Dios nunca quiso que tuviesen. Las mujeres que dejan la esfera que Dios les ha dado pueden destruir una iglesia local, romper un matrimonio o hundir un hogar. En cambio, no hay nada más atrayente que una mujer cumpliendo el papel que Dios le ha asignado. En Proverbios 31 se da un retrato total de una mujer así -un memorial permanente de la esposa y madre que agrada al Señor.

El esposo como proveedor para su hogar

“Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” 1 Timoteo 5:8

Aquí se enfatiza la gravedad de dejar de proveer a las necesidades de los suyos, y en especial para los de su casa inmediata. Constituye una negación de la fe. La fe cristiana mantiene de manera consecuente que los verdaderos creyentes deben cuidar los unos de los otros. Cuando un cristiano deja de hacer esto, niega por sus acciones las mismas verdades que el cristianismo enseña. Una persona así es peor que un incrédulo, por la sencilla razón de que muchos incrédulos muestran una amante solicitud por sus propios parientes. Además, un cristiano puede así atraer oprobio sobre el nombre del Señor de una manera en que un incrédulo no puede.

El mandato de Dios hacia ellos

  • Amar a sus esposas así como Cristo ama a su Iglesia

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia.” Efesios 5:25

“Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.” Efesios 5:28

Todos sabemos cómo amó y ama Cristo a su iglesia. No podemos hacer vista gorda a la evidencia de su amor ¡Qué ternura, qué compasión, qué trato más dulce, qué tolerancia, qué paciencia! ¡Cómo la sirve, cómo la atiende, cómo la cuida, cómo la sustenta! ¡Qué preocupación más grande la de Cristo por su iglesia! Si profundizásemos en el corazón del Hijo, sin lugar a dudas encontraríamos allí lugar especial y preferente por su amada. Así se nos llama a amar a nuestras mujeres. Es imposible explicar estos pasajes de otra forma. Esto no es romanticismo, esto es amor. De manera que los malos tratos, desatenciones y malas actitudes, no son los comportamientos que el Señor espera de nosotros.

El apóstol Pablo agrega algo más en Colosenses 3:19:

“Maridos amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.”

¿No se refiere a la actitud, a la delicadeza con la cual hay que tratar a las hermanas? Sin embargo, ¿qué hacen muchos? Ofenden, ridiculizan en público, hacen callar a sus esposas como si fuese una hija mal criada, se las dan de dictadores. Hermanos, esto está muy mal. Así no amó Cristo a su iglesia. Es cierto que algunos tienen esposas difíciles de carácter, pero nada justifica el mal trato y el desamor.

El hombre como cabeza ama, conduce y guía; como preservador provee para ella, la protege y la cuida. Todos sabemos que hay en la actualidad una enorme reacción contra esta enseñanza. Se acusa a Pablo de ser un soltero lleno de prejuicios, un machista y aborrecedor de las mujeres. O bien se dice que sus puntos de vista reflejan las costumbres sociales de su tiempo, pero que ya no son aplicables. Estas declaraciones, naturalmente, son un ataque frontal a la inspiración de las Escrituras. Aquí no tenemos meramente las palabras de Pablo; son las palabras de Dios. Rehusarlas es rehusar al Señor e invitar dificultades y calamidades.

Ahora, para finalizar esta parte, el apóstol Pedro agrega algo más al sermón divino:

“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” 1 Pedro 3:7

El apóstol muestra a los maridos los deberes correspondientes que les toca a ellos cumplir. Deberían vivir de manera considerada con sus mujeres, mostrando amor, cortesía y comprensión. Deberían mostrar a sus mujeres la tierna consideración apropiada para los miembros del sexo más frágil. En este tiempo del movimiento de la liberación de la mujer, podría parecer que la Biblia está fuera de sintonía con los tiempos al referirse a la mujer como vaso más frágil. Pero es un hecho real de la vida que la mujer promedio es más débil físicamente que el hombre. También, hablando en general, no tiene la misma capacidad de controlar sus emociones, y es más frecuentemente conducida por reacciones emocionales que por el pensamiento racional y lógico. El manejo de profundos problemas teológicos no es característicamente su punto fuerte. Y, en general, es más dependiente que el hombre. Pero el hecho de que la mujer sea más débil no significa que sea inferior al hombre. La Biblia nunca sugiere tal cosa. Tampoco significa que no pueda ser más fuerte o más competente en algunas áreas. De hecho, las mujeres son generalmente más consagradas a Cristo que los hombres. Y generalmente son más capaces de sobrellevar el dolor y la adversidad durante un tiempo más prolongado. La actitud del hombre para con su mujer debería reconocer el hecho de que ella es coheredera de la gracia de la vida. Esto se refiere a un matrimonio en el que ambos son creyentes. Aunque más frágil que el hombre en algunas formas, la mujer goza de una misma posición ante Dios y comparte igualmente el don de la vida eterna. También es más que el igual de su marido en cuanto a traer nueva vida física al mundo. Cuando hay discordia, las oraciones son estorbadas.

En consecuencia, podemos decir que quien trata mal a su esposa tiene problemas con Dios. Es decir, tiene de alguna manera un problema espiritual, puesto que somos el reflejo de la relación de Cristo y su Iglesia.

“El que halla esposa halla el bien y alcanza la benevolencia de Jehová” (Proverbios 18:22). Amemos a nuestras mujeres y andemos sabiamente con ellas, como fieles representantes de Cristo y su iglesia. Amén.

“Las esposas son nuestras amantes en la juventud, nuestras compañeras en la edad madura y nuestras enfermeras en la vejez.” Autor: Francis Bacon

1 comentario en “El papel del esposo dentro del matrimonio”

  1. Rosa Maria Viena

    Cuidado con los varones que no cumplen en el buen trato a sus esposas ….deben dar honor ….para no ser estorbados en sus oraciones.

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