La Posesión de Judas

«Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto». Juan 13:27

El relato de la traición de Judas Iscariote ha generado diversas interpretaciones sobre el significado de la expresión “Satanás entró en él”. Sin embargo, la evidencia bíblica apunta más a que Judas no fue poseído completamente por Satanás, sino que fue influenciado de manera progresiva y decisiva, hasta el punto de consumar su traición.

La expresión “Satanás entró en él” no implica necesariamente una posesión demoníaca en el sentido estricto, como se observa en otros relatos del Nuevo Testamento donde se menciona a personas endemoniadas que pierden el control de sus facultades (Marcos 5:1-20). En el caso de Judas, no hay evidencia de una pérdida total de voluntad, sino de una entrega progresiva al pecado y a la influencia maligna. En Juan 12:6, se menciona que Judas era ladrón y robaba del dinero que administraba, lo que muestra que su corazón ya estaba inclinado hacia la codicia y la deshonestidad antes de la traición.

Lucas 22:3 también menciona que “Satanás entró en Judas”, pero esto debe entenderse en el contexto de una influencia decisiva en su vida, no como una posesión literal. Judas, habiendo ya determinado en su corazón traicionar a Jesús (Mateo 26:14-16), abrió la puerta para que el enemigo lo usara como un instrumento para sus propósitos. La Escritura deja claro que Judas actuó con plena consciencia de su decisión, como se evidencia en Mateo 27:3-5, donde, al ver que Jesús fue condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata. Si hubiera estado poseído, difícilmente podría haber sentido tal angustia y tomado la decisión de quitarse la vida.

Además, la responsabilidad de Judas en la traición es confirmada por Jesús mismo en Mateo 26:24, cuando dice: “El Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido”. Esto muestra que Judas no fue un simple instrumento pasivo en manos de Satanás, sino un actor consciente y responsable de su pecado.

El caso de Judas nos advierte sobre el peligro de la corrupción gradual. No cayó de la noche a la mañana, sino que permitió que su amor al dinero y su desilusión con Jesús lo llevaran a abrir su corazón a la influencia del maligno. Su historia es un llamado a la vigilancia espiritual y a la necesidad de resistir la tentación, recordando las palabras de Santiago 4:7: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”.

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