En el contexto Pablo tuvo que salir abruptamente de Berea y fue conducido hacia Atenas mientras esperaba a Silas y Timoteo. Atenas era el centro religioso de Grecia, y allí se podía rendir culto casi a todas las deidades conocidas por el hombre, ellos adoraban dioses en los cielos, la tierra, el mar y el mundo subterráneo; era una ciudad cubierta de idolatría. A menudo, las calles de la ciudad estaban llenas de estatuas de hombres y de dioses, estaba especialmente decorada con los Hermas (pilares montados con cabezas de Hermes); muchos visitantes escribieron evidencias de la piedad de Atenas. Desde un punto de vista estético, Atenas no tenía rival en cuanto a su exquisita arquitectura y sus estatuas. Petronio, escritor contemporáneo de la corte de Nerón, dice satíricamente que era más fácil hallar un dios en Atenas que un hombre.